Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo

Lo exasperante de la tragedia ocurrida el pasado 29-O es que las dos obras públicas que habrían aminorado su gravedad no se llegaron a iniciar. En un caso, por la oposición vecinal y en el otro, por la incrementación de los criterios de protección ... del entorno natural. Acuamed se aclamó en 2008 a la inestabilidad geológica que presentaban los posibles emplazamientos para renunciar a la construcción del embalse del Marquesat; una fundada excusa para no admitir que claudicaba por el rechazo social que generó el proyecto en Turís. La misma localidad donde el martes cayeron 639 litros por metro cuadrado, la mayor precipitación registrada en la Comunidad Valenciana en el siglo XXI, litros que sumados a los caídos en el resto de la cuenca del Magro, estrangularon el desagüe del Júcar y provocaron una inundación en Algemesí superior a la registrada en la pantanada. ¿Hasta qué punto se escudó Acuamed en las dificultades geotécnicas detectadas en el término de Turís para dejar incompleto el Plan de Defensa contra las Inundaciones del Júcar? Juzgue el lector si mi apreciación es exagerada: En la medida en que más permeable es la garganta sobre la que se asienta la presa de Tous y no sólo se construyó, sino que se reconstruyó; en la medida en que hay más sumideros en la confluencia del Guadazaón y el Cabriel y no por ello dejaron de levantarse el enorme complejo hidroeléctrico, los puentes de la A-3 y los acueductos del TAV de Contreras, y no sigo enumerando represas de dudosa ubicación porque parecería que cuestiono la totalidad de la celebrada política hidráulica de cuatro regímenes políticos, si incluimos a la Dictablanda, y no es esa mi intención. Mi propósito es agregar a lo ya mencionado que en las dependencias de la Consejería de Medio Ambiente duerme el sueño de los justos un segundo proyecto que habría paliado las pérdidas humanas y materiales provocadas por las riadas de este otro octubre aciago: Las actuaciones previstas para prevenir las avenidas de la rambla del Poyo. Un dudoso plan cuyas obras no empezaron en 2022 como estaba previsto, no porque desviar la rambla hacia el nuevo cauce del Turia constituyera una temeridad, sino porque las ecologistas que administraban el departamento se acogieron a una ley posterior, la de Protección de la Huerta, para paralizarlo. Dicho sea todo esto con el fin de demostrar, que es a donde quería llegar, la terrible frivolidad con que la sociedad valenciana y su dirigencia han venido a confirmar tanto la teoría de las catástrofes en lo relativo a la propensión de los sistemas estables a experimentar cambios repentinos, como la validez de otra teoría estrechamente relacionada con la anterior, la del caos. El hecho de cómo pequeñas variaciones pueden desencadenar grandes cataclismos.

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