¿Un crucero? Para cruceros está el alcalde de Paterna Juan A. Sagredo. Le vamos a criticar los que estamos en contra de que las distintas administraciones compitan entre sí y con los padres salesianos en la organización de excursiones; los que la tienen tomada ... con el turismo de cruceros e incluso sus propios camaradas. Unos, para castigarlo por su alineamiento con Fernández Bielsa y Alejandro Soler para alzarse con un acta de senador y otros, por desoír la consigna del partido y asistir a la celebración del Tedeum del 9 de octubre como un fiel más. De nada le servirá que alegue que ya en 2010 el entonces alcalde de Gandia José Manuel Orengo montó uno que partió de Valencia con destino a Roma y escalas en l'Alguer y Civitavecchia, porque el ahora ejecutivo de Balearia tenía, siendo muy generosos, una excusa para emular a MSC, Royal Caribbean, etc. Se celebraba el V Centenario del Nacimiento de San Francisco de Borja, l'Alguer perteneció al ducado de Gandia y un nieto del santo que dijo que no volvería a servir a un señor que pudiera morir fue lugarteniente de Cerdeña. Orengo, además, es de casa; de casa Puig, se entiende, y tenía bula para eso y para más. No como Sagredo, que ha fletado un barco como el que alquila un autobús de esos que, por cierto, la consejera de Industria Nuria Montes quiere comprar en cantidades industriales para que las amortizaciones no se coman los beneficios de las pobres empresas de transporte de viajeros por carretera. Pero es que, además, no es que Sagredo sea un verso suelto. Es que es de un temerario subido. Sentencia el presidente de Balearia Adolfo Utor, una voz autorizada de Els Ports en los puertos, que «los cruceros son una especie invasora» de los ídems, no como sus transbordadores o los remolcadores de Boluda, que son endémicos. Y, en lugar de apostillar litúrgicamente: «Te alabamos, señor», va y llena uno. Luego que no se queje. Porque sancionarlo por no quedarse a la puerta de la catedral esperando a que saliera el cortejo del 9 de octubre, como hacen los hombres en las bodas y en los entierros, no creo que le sancionen. Sería un escándalo mayúsculo. En el PSOE, quien más quien menos enciende una vela a Dios y otra al diablo. El mencionado Orengo, por ejemplo, acabó su famosa travesía arrodillándose ante el Papa Benedicto XVI en el Vaticano. Y Puig no puede hablar. No se ha perdido un solo traslado de la imagen de María desde el santuario de Vallivana a Morella en su vida, y eso que son doce horas de romería. Pero no oponerse a los cruceros, como sí hizo encantada Sandra Gómez, le costará caro.
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