Dos palos mal dados

Al final van a estar en lo cierto sus detractores. Óscar Fuente no será el Luca Brasi de Sánchez, como apunta Ignacio Camacho, ni el neandertal del que habla Jiménez Losantos. Pero un poco bruto que sí que es en sus formas y con frecuencia ... en sus fondos. Mal ministro sería si incumpliera la obligación que le atañe de velar por el cumplimiento de la legalidad en el ámbito de su jurisdicción. Pero un miembro del Gobierno no puede amagar con que va aplicar la táctica del palo y la zanahoria con los 14 grandes ayuntamientos que, en su opinión, han reducido la sostenibilidad de obras pagadas con fondos europeos. En principio, porque serán del PP, pero no son burros, como el del método atribuido, mucho me temo que infundadamente, a Jeremy Bentham. Después, porque está cargando de razón a quienes, como MªJ Catalá, sitúan sus amenazas en el terreno del matonismo. Y, por último, porque los 'palos' no pueden ser extraoficiales; para que surtan efecto y no sean interpretados como dicterios propagandísticos debe seguir el conducto reglamentario, cosa que no ha ocurrido en esta ocasión. Lo que no sé es cómo se dejó convencer por sus camaradas valencianas de que se metiera en este fregado. Entre los rescoldos de las iniciativas que promovió el PSOE del Ayuntamiento de Valencia han de quedar pocos tizones electoralmente aprovechables. Y no es el caso de la reforma del eje Giorgeta-Pérez Galdós. Delegar en los internautas la responsabilidad de decidir cómo atenuar el impacto la circulación en este segmento de la ronda fue la mayor irresponsabilidad perpetrada por Sandra Gómez. Y cometió unas cuantas. De modo que, por más modificaciones que haya introducido Catalá en el proyecto, el resultado supondrá una mejora y superará holgadamente la prueba del 9 de la CE porque la policía no es tonta. Y sabrá entender que el problema de ese tramo de Tránsitos es guerrista: «Lo que no puede ser no puede ser y además de imposible», que diría Rafael Guerra parafraseando a Parménides sin saberlo. Por más que se desee no siempre es posible conjugar las irrenunciables necesidades de la ciudad con algunas de las aspiraciones del vecindario. Y de lo imposible, a lo injusto. Me refiero ya, a la otra reforma objetada por Óscar Puente. Sabiendo que el PSC se opuso a la creación de las supermanzanas de Colau, que tres de las 'superilles' implantadas por la exalcaldesa en el ensanche han sido declaradas ilegales por otras tantas sentencias, que a su camarada Collboni le va a tocar pechar con los fallos de las 17 denuncias pendientes y que él las ha dado todas por buenas, lo menos que podría hacer es no cuestionar los cuatro retoques introducidos en la de la Petxina.