A este hombre, digo del presidente Mazón, no hay quien lo enmiende. Para algo que había hecho bien, va y se desdice. Suprimió la no nata Unidad Valenciana de Emergencias (UVE) porque, en efecto, la Comunidad Valenciana no necesitaba duplicar para nada un servicio que ... ya presta la UME. El único reproche que se le podía formular a este respecto es que prometió que liquidaría la mayoría de los tinglados y agencias creados por el PSPV y Compromís y apenas se cargó la UVE, y porque, como era un narciturus, no le representaba problema alguno su liquidación. Y ahora va y triplica, qué digo triplica, quintuplica por lo menos la apuesta. Convierte el incipiente chiringuito de emergencias de su predecesor en toda una consejería con su consejera, sus subsecretarios, sus directores generales y demás burocracia. Un departamento completo que no podrá contar, ay, con la peliculera sala de control, la sucursal del Centro de Coordinación de Emergencias que el hombre de Puig para estos menesteres, JMª Ángel, ambicionaba montar en la Casa de los Caramelos para estar cerca del Palau porque él mismo se la vendió -asumiendo cuantiosas pérdidas- a la Politécnica. Antes, claro está, de concebir la creencia de que una descomunal mancha no de mora sino de demora se puede quitar con otra mancha de parecido tamaño. Un lamparón que supone algo más que un notable incremento en los gastos de funcionamiento de la Generalidad. La elevación de la secretaría de Emergencias a la categoría de consejería significa que Mazón ha decidido prolongar una praxis que no ha parado de demostrarse dramáticamente errónea. Que la gestión de las emergencias continúe dependiendo directamente de él en lugar de confiársela a los técnicos en la materia. De lo que se deduce que, Mazón no es que no escarmienta en cabeza ajena; es que no ha extraído ninguna enseñanza de lo que le ocurrió el 29 de octubre. Digo que no aprende de los errores ajenos porque la última intervención de Ximo Puig en la dirección de la lucha contra una catástrofe medioambiental acabó como ha acabado la primera de las suyas. Si en aquella ocasión, 17-08-2022, Puig y el antes mencionado Ángel estuvieron chupando cámara en el fotogénico puesto de mando avanzado mientras un desavisado tren se adentraba en un infierno forestal. En ésta, quedó patente la perniciosa rémora que supusieron Mazón y los suyos para los profesionales. Unos especialistas que no necesitan órdenes superiores para proceder como es debido ante cualquier tipo de calamidad. Toda vez que ni los bomberos, los policías, etc. esperan el plácet del concejal o el jefe de turno para cumplir con su cometido. Pero es que este Mazón no tiene término medio. Si le falla una apocada pone a un exteniente general.
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