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Espadas

Escribir ya no es llorar

Nada de lo ocurrido en Francia tiene parangón en España

Lunes, 15 de mayo 2023, 00:03

Las andanadas que está recibiendo en Francia el ministro de Economía Bruno Le Maire por un diálogo obsceno de su última novela deberían hacernos reconsiderar ... la severidad con que juzgamos nuestros vicios y defectos. Es tal la anorexia colectiva o comunitaria que sufrimos que si nos miramos nos vemos invariablemente mal, pero es que si nos comparamos, frase que por cierto no es de San Agustín, nos vemos peor. Y, sin embargo, nada de lo ocurrido en estas últimas semanas en la France de Sade, del Folies Bergère, de Perpiñán y de 'Jai t'aime' tiene parangón en la España democrática. Escribir aquí ya no es llorar. Aquí, a los gobernantes, si de escribir se trata, se les reprocha severamente que engorden el currículum a base de plagios. No que sean ocasionalmente lujuriosos o que toda su obra sea pía, como es el caso del por lo demás exalcalde de Museros Ximo Albinyana (PSPV). Con el tiempo nos hemos hecho tan tolerantes a este respecto que remirar si en sus novelas había una palabra más alta que otra fue la única perrería que no le hicieron al pobre de Màxim Huerta durante el poco tiempo que fue ministro. Y no es la excepción. Carmen Alborch no cosechó más que elogios como narradora y ensayista. Tres libros de una tacada publicó Alejandro Font de Mora y fueron tan celebrados como sus cuadros y sus tangos. Y Fernando G. Delgado no tuvo que soportar la menor insinuación maliciosa acerca de cuánto había de personal y cuánto de ficción en su ya extensa bibliografía mientras fue diputado. Aunque lo más meritorio de todo es lo conseguido por la escritora antes que política Carmen Amoraga. Entrar y casi salir de la dirección general de Cultura sin que una sola de las aves rapaces que sobrevuelan ese departamento haya osado picotearla o reescribirle un pasaje de alguno de sus libros, como sí le hizo un Premio Goncourt a Le Maire para chincharle. Fíjense si estamos mejor que los franceses que le dije a Julián Quirós que quizá había elegido un mal momento para mostrar su vis poética. Y entre que Anson se adelantó a la crítica con una glosa académica del intimista 'Pérdidas y ganancias' y que el poemario no es cualquier cosa, ya nadie se atrevió a bajar el nivel. Más. Una excepción confirma la regla. Es Esteban González Pons, profeta en su tierra, donde continúa vigente la creencia de que «el Nostre Senyor se'n riu dels pecats del piu», y piedra de escándalo en otros pagos. Ni el más pudibundo de sus títulos se ha librado de las muestras de asombro e incredulidad. Aunque me da la impresión de que a él ha terminado gustándole. Que hablen aunque sea bien.

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