Toni Gaspar concluyó su mandato en la Diputación como lo empezó su sucesor: sin saber qué hacer. Gaspar coronó su gestión con la convocatoria de un concurso para cambiar la imagen corporativa de la corporación, algo fundamental, como no hará falta que les explique.
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Ya ... lo decía El Titi: «Ahora, para variar de colorín, me cambiaré de chaqueta». Y Vicent Mompó ha emprendido la suya: 1) Iniciando la construcción de una ciudad administrativa en el antiguo manicomio de Jesús, otra más que añadir a la creada por Gª Miralles en torno a las Cortes y a la promovida por Camps en la Modelo. 2) Patrocinando un programa de Seguridad Vial y 3) Destinando una suma de dinero a implantar las fallas en 30 localidades que no celebran las fiestas josefinas.
Ortega sostenía - 'La redención de las provincias'- que para corregir las desdichas de España y mejorar la convivencia entre los españoles eran precisas dos cosas: sustituir el provincianismo por el provincialismo y dar mayor poder a las provincias. Dudo mucho que continuara pensando lo mismo un siglo después. Los «defectos típicos del individuo español» han viciado el remedio. Y el agotamiento mental que presentan los gestores de este modelo administrativo no puede resultar más preocupante. El mestizaje que se impuso, en concreto, en el Palacio de la Batlia en 2023, un gobierno PP-Ens Uneix, suavizó las formas que tendría una alianza PP-Vox, pero no ha mejorado los frutos.
La oferta de empleo público que convocó el Botánico fue declarada abusiva porque primaba cuatro veces más la experiencia laboral en la Diputación que en cualquier otra institución. ¿Lo resolverá la resolución acordada por el pleno después de darle vueltas a la sentencia durante meses? No es la impresión que me dio su deseo de estabilizar a los empleados temporales. De parecido jaez es el compromiso adquirido para pagar el coste de los cursillos de seguridad viaria que reciban los alumnos que los ayuntamientos manden a Cheste, una de sus últimas iniciativas.
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¿Es contraproducente que la Diputación invada el terreno de la DGT? No, contraproducente, no es. Es chocante y un punto peregrina. Sencillamente denota un inmerecido exceso de liquidez y una notable falta de imaginación, amen de un considerable desconocimiento del cometido de la corporación. Por no aludir a lo contradictorio que resulta que un gobierno liberal le haga la competencia a la Escuela de Educación Vial de Gilet. Es como la decisión de expandir las fallas. ¿En qué pliegues del equivocado lema «Colze a (sic) colze amb els ajuntaments» figura contaminar las tradiciones festivas de los pueblos de la provincia? Es inaudito. Están los sociólogos y los antropólogos preocupados por la imparable expansión de tradiciones fuera de su ámbito natural y llega Mompó y declara que para invasivas, las fallas.
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