Fitur cura la añoranza
No hemos tenido un ente metropolitano sino dos
FERRAN BELDA
Domingo, 9 de febrero 2025, 23:46
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FERRAN BELDA
Domingo, 9 de febrero 2025, 23:46
Los diletantes y episódicos debates en torno a la división territorial de la Comunidad Valenciana han cristalizado en tres bandos. El de los partidarios de dejarla tal como está; el de los proclives a recomponer el mapa político y, por último aunque no sea estructural, ... el de los que abogan por la creación de un ente metropolitano. El colectivo de los «mejor no meneallo» no necesita aclaración. El de los que creen que todos los males de la Comunidad Valenciana se resolverían con la supresión de las provincias y la sustitución de las diputaciones por tantos consejos como comarcas tiene la región, reino o país (32) tampoco esconde ningún secreto. Son los que atribuyen «la desvertebració del país» a la división del antiguo reino en provincias y más insisten en ello, a pesar de que durante la etapa foral (1238-1707) no hubo tres sino cuatro gobernaciones. Sin embargo, son los que opinan que ni uno solo de los errores de planificación puestos de manifiesto por la gota fría se habrían producido si un ente específico se hubiera ocupado del desarrollo armónico de l'Horta los que me tienen contento estos días. Porque no hemos tenido uno, ¡hemos tenido dos! La corporación Gran Valencia (1947-1986) y el Consell Metropolità de l'Horta (1987-1999). Cuatro, si me apuran. Y apenas si contribuyeron a mejorar un ardite lo que pudo ser y no fue: un área metropolitana donde las conurbaciones fueran el resultado de una meditada planificación general del territorio y no la suma caótica de hechos consumados, las más de las veces con alevosía. Seamos francos. La entidad de derecho público Gran Valencia no evitó que el desarrollismo de los años 60 convirtiera pueblos en suburbios. De la misma manera que el organismo de gestión supramunicipal que le sustituyó (CMH) no impidió que los alcaldes y el Ministerio de OO.PP., fundamentalmente, continuaran campando por sus respetos. ¿Qué vacío tangible y efectivo dejó cuando Zaplana lo disolvió porque necesitaba romper como fuera el a la sazón cinturón rojo que rodeaba el Cap i Casal? Inapreciable a efectos prácticos. Como la contribución de la Mancomunidad Intermunicipal correspondiente, habilitada en 1982, en el caso de l'Horta Sud, para la prestación conjunta de diversos servicios comunes, y el Consell de l'Horta (2018-2025), alumbrado por Puig para que velara por el paisaje agrario y sacrificado por Mazón en el altar de la Dana. Un Mazón, por cierto, que todavía no ha tenido tiempo de explicar qué reforma de las mancomunidades traía entre manos cuando llegó. Pero una cosa es incontestable. Los daños ocasionados por la riada del día de San Narciso no los agravó la falta una nueva administración sino la informalidad y la conveniencia de las existentes. Que este año, y para variar, también acudieron a Fitur.
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