Si Pedro Sánchez supiera el alcance de lo que ocurrió el sábado en Valencia desistiría inmediatamente de amnistiar a los implicados en la frustrada declaración de independencia de Cataluña. Sólo conociendo lo que supone que un sujeto como Juan Gª Sentandreu logre reunir a varios ... miles de personas -7.000, según la delegación del Gobierno- es posible entender el estupor con que una gran parte de la sociedad española contempla la transacción que el presidente del ejecutivo ha cerrado con Puigdemont. Nadie sacrifica una espléndida mañana otoñal, ideal para cualquier actividad menos la de seguir a semejante flautista, si no existe una razón de peso que lo motive. Lo admitió el convocante de la protesta: en la vida, y lleva cuarenta y tantos años enredando, alentando y convocando manifestaciones y contramanifestaciones, había logrado un eco tan potente. A lo más que había llegado Gª Sentandreu desde que cofundó Alternativa Universitaria en los años 70-80 y comenzó a organizar mítines o a reventar los ajenos fue a reunir a varias decenas, cientos, en las mejores ocasiones, de exaltados como él. Todos los que logró de más fue por accidente, como el vagabundo de 'Tiempos modernos'. Recogió la abandonada enseña del blaverismo cuando UV se diluyó en el PP, primero en el GAV y, después, en Coalición Valenciana. Y ni fue concejal por Valencia ni reunió en toda la Comunidad Valenciana los votos que precisaba para ser diputado a Cortes valencianas. Consciente de que se le estaba haciendo cara de Manuel Maisounave, creador e incansable candidato de un partido, el Proverista, que fue de revolcón en revolcón en los albores de la democracia, arrumbó la enseña del regionalismo a la contra donde la abandonaron otros y se apuntó a Vox. Un confesado deseo de figurar en la candidatura de las municipales de 2019 o en la de las generales de 2020 le animaba. Pero el entonces presidente provincial, JMª Llanos, le paró los pies y, con posterioridad, le denunció ante el comité de garantías de la formación por agredir y amenazar al camarada que le impidió sentarse cerca de Ortega Smith. Y ahí parecía que concluirían sus días en Vox. La política, sin embargo, hace extraños compañeros de cama, como es bien sabido. Convocó la manifestación del sábado en su condición de presidente de la Coordinadora d'Entitats Culturals del Regne y Vox fue la fuerza que más contribuyó a engrosarla. Mucho me temo que para que no la capitalizaran Gª Sentandreu y JL Roberto (España 2000), quien, por cierto, la siguió desde lo alto de la jardinera de Déjate Oír, como si fuera un Sergio Ramos al que sólo le faltó levantar una copa. En este caso para celebrar el gran favor que Sánchez ha prestado a su causa.
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