Cuántas plantas de reciclaje más han de arder para que el Gobierno, la Generalidad, el Seprona, Hacienda, el Consorcio de Seguros y la fiscalía pongan coto de una vez por todas a una constante, y digo bien, de graves consecuencias económicas y ecológicas? ¿25, 50, ... 75? Aventuro sin la menor intención de exagerar porque no estamos hablando de accidentes que se producen de uvas a peras. Con el de San Antonio son ya tres los siniestros de estas características que ha sufrido Requena en los últimos años. Y según el blog SOStenible de WordPress, la Comunidad Valenciana encabeza la clasificación de sucesos de estas características, con 107. El total registrado en España en el mismo periodo, entre 2012 y 2024, fue de 560. Un completo desastre porque lo que se quema ya figura como material reciclado. Con la tasa de tratamiento de residuos no sólo estamos pagando por la recogida municipal, el transporte y la selección de las basuras. Costeamos también la valoración y la correcta eliminación de los desechos. Y no hay derecho a que nos encontremos con que algunos de los residuos que carecen de valor o son especialmente tóxicos acaban en Brasil, la solución final más cara, y los que lo tienen y no se venden por la situación del mercado, como las balas de plástico PET, a fuer de quedarse amontonadas inadecuadamente en campas a la espera de que suba el precio de la tonelada, terminen ardiendo como fallas. La inversión en prevención y extinción de incendios en el último y más débil eslabón de la cadena del reciclaje, el del almacenamiento, si se puede llamar así, deja mucho que desear. Pero es la negligencia de los aparatos de inspección y sobre todo de sanción del Estado; de la administración local, que se conforma con que le vacíen los contenedores, y de la Generalitat, que se desembarazó del compromiso de autorizar la transformación de los desperdicios en combustible y de la creación de nuevos vertederos delegando esta responsabilidad en los Consorcios de Residuos (COR) y poblando sus directivas de alcaldes, la culpable última de que se produzcan tantos siniestros que ni el SEPRONA se cree que sólo el 15% de ellos es intencionado. Ya pueden las empresas especializadas presumir de que los españoles reciclaron un 3,5% más de envases domésticos durante 2023 que mientras los fuegos se desencadenen al ritmo actual no desaparecerán los recelos que suscita, no sólo a Paco Alonso, la economía circular. Cómo va a disminuir el porcentaje de desconfiados del futuro que aguarda a sus desechos si el género que se acumula en las plantas, apartaderos y muladares, que de todo hay, se volatiliza a razón de 9 veces Onda, 7 Villena, 4 Alboraia y Sollana; 3, Paterna y Guadassuar, etc.
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