González Pons se encontró al exdiputado y ahora vendedor de la ONCE Javier Berasaluce en el mercado de Requena y le compró un cupón. La ... anécdota electoral me sorprendió porque hubo un tiempo en que Berasaluce tuvo en sus manos la posibilidad de desencadenar una auténtica guerra del agua. Y porque fui testigo de cómo reaccionó otro dirigente del PP cuando un vendedor de la suerte se cruzó en su camino. Ocurrió en el Grao de Castellón. Yo estaba comiendo con Carlos Fabra en Mare Nostrum, el restaurante de su mujer, y en esas que entró un lotero ambulante. El entonces presidente de la Diputación castellonense le indicó con un gesto que se acercara y le compró todos los décimos que le quedaban. Uno encima de otro. Siempre he pensado que para impresionarme. Y he de admitir que lo consiguió. Casi tanto como que González Pons no se estirara un poco más el otro día con su camarada. Berasaluce fue alcalde (2011-2015) y jefe de la oposición requenense (2015-2023). Pero sobre todo consiguió que el TSJ declarara contrario a Derecho el acuerdo del Ayuntamiento de Requena de 2006 por el que se prorrogaba hasta 2035 la concesión del servicio de agua potable y alcantarillado a Egevasa que caducaba en 2015. Y por tanto estuvo en condiciones de alterar de forma considerable el panorama empresarial reinante en el sector hídrico de la Comunidad Valenciana. Porque lo que venía a dictaminar la resolución de marras era que, al haber dejado de ser 100% pública, todas las adjudicaciones suscritas con Egevasa debían salir a concurso a medida que expiraran los respectivos contratos. Un pequeño detalle que todos los ayuntamientos se estaban saltando alegremente. Empezando por el de Jorge Rodríguez, cuya caída en desgracia podría haber precipitado nuestro hombre si hubiera querido, porque poco antes de convertirse en presidente de la Diputación de Valencia y con posterioridad al mencionado pronunciamiento del TSCV renovó el contrato que el Ayuntamiento de Ontinyent mantenía con Egevasa al más puro estilo requenense. Y no contento con ello nada más entrar en el Palacio de la Batlia y meterse en el lío de la Alquería famosa, cometió la imprudencia de afirmar que, entre sus objetivos, figuraba el de terminar de privatizar dos de las empresas de la corporación. Una de ellas era Girsa; la otra, aquella que él acababa de beneficiar en su condición de alcalde onteniense, Egevasa. Berasaluce, sin embargo, no sólo no le puso en un brete, sino que se dedicó a polemizar con Rodríguez por chuminadas toponímicas. Digo yo si porque por aquellas fechas ya tenía en mente adjudicar la redacción del nuevo contrato del agua de Requena a una de las firmas implicadas en el asalto al Canal de Isabel II.
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La explicación al estruendo que sobresaltó a Valladolid en la noche del lunes
El Norte de Castilla
Santander, capital de tejedoras
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.