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Espadas

El ideal son los zombis

Justicia adquirió en 2005 un sistema biométrico

Miércoles, 7 de junio 2023, 23:57

La huelga de los burócratas que se vanaglorian de haber añadido cinco meses de retraso a la ya de por sí inadmisible demora que arrastran ... la tramitación y celebración de juicios es sólo un episodio más en la conflictiva historia de este colectivo. Por si no lo saben les participo que estos funcionarios han hecho algo más que reventar globos en el atrio de la Ciudad de la Justicia en su lucha por equiparar sus condiciones laborales a las de los zombis de Imelsa. Los relojes que el juez decano, Tomás y Tío, instaló en 1995 en los juzgados de Navarro Reverter para controlar su asistencia amanecieron rotos. Las quejas judiciales de que algunos de sus supuestos colaboradores no trabajaban más de veinte horas a la semana obligaron a la Consejería de Justicia a adquirir en 2005 un sistema biométrico. Equipo que, sin embargo, no fue instalado en la Ciudad de la Justicia hasta que un juez desestimó en 2007 el recurso contencioso administrativo interpuesto por tres probos empleados públicos que argüían que esos aparatos infernales «lesionaban la intimidad laboral y la dignidad humana». Con un par. Y eso que la consejería se atrevió a esgrimir en su descargo un dato que Grabriela Bravo aún no ha considerado prudente aventar desde que comenzó el plante el pasado 17 de abril: el 25% del personal estaba habitualmente de baja. Pasan los años y cuando todos daban por supuesto que la lentitud judicial no era achacable a la inobservancia del horario laboral, en enero de 2011 «el periódico de mi digna dirección» publica un par de reportajes de Ramón Ferrando, Bustamante y Montenegro que demuestra cómo muchos de estos hipotéticos servidores ciudadanos se burlaban de la técnica y de quien la implantó: fichaban y se marchaban al más puro estilo Recio. Pero no acabó ahí la cosa porque aunque la Generalidad prometió que iba a atajar el fraude Voro Barber Sanchis volvió a poner de manifiesto en 2018 en un programa de la Cuatro, 'En el punto de mira', que la gran evasión funcionarial continuaba. Ahora están esforzándose menos de lo habitual por una tabla reivindicativa lo suficientemente desprejuiciada como para que no me pare en distingos. Si hubiera habido un solo hombre justo en semejante Gomorra las crujías del edificio judicial no habrían aparecido llenas de pasquines con la foto de Ferrando. La fiscal jefe Teresa Gisbert no se me habría tomado a mal que le reprochara que el suyo fuera el último cubil en lucirlos. Su prima, otra progre, no nos habría cerrado el grifo informativo en represalia. Y alguien habría condenado a título personal o gremial alguno o la totalidad de estos atropellos. Pero nunca hubo tal. Una mano lava la otra «do más duele».

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