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Claire, como declaró Nuria Montes. Más que un mochuelo ha permanecido ojo avizor ante el juzgado que ha dirimido el concurso de acreedores. Cuestión distinta es que Carlos Mazón pueda sentirse orgulloso, no: «muy orgulloso del esfuerzo desplegado por la Generalitat» en la conclusión de ... proceso, porque, aun sabiendo que en los juzgados todo se salda a peso, el Consell ha hecho un negocio ruinoso. Peor que la venta de la Casa de los Caramelos a la Universidad Politécnica por 8,3 millones menos de lo que les costó a las Cortes comprarla y al gobierno de Ximo Puig reconstruirla. Marie Claire no será la primera ni tampoco la última fábrica que se malvende ante un juez curado de espanto. Pero una cosa es que su señoría, el 'mostassà', el almotacén de esos mercados tardo medievales que son los juzgados donde todo se salda de baratillo a mayor gloria, por lo general, de algún que otro vultúrido. Y otra que la Administración autonómica acepte hoy prácticamente lo mismo que rechazaba ayer, quién sabe si porque lo que antes sabía a poco –Ruth Merino dixit de la oferta de C2 Private Capital–, ahora es lo único que puede echarse a la boca –es una forma de hablar– para salir medianamente airosa del trance. Porque eso es lo que ha ocurrido en esta ocasión. La más que centenaria industria del Maestrazgo sólo tuvo tres pretendientes: la mencionada C2 Private Capital, Ferry's y la elegida. Y los tres coincidieron en ofrecer la misma (miserable) cantidad, 250.000€, y en desentenderse de la deuda de 40 millones de euros que arrastra. Sin embargo, Merino le hizo ascos en marzo a la propuesta C2 alegando que les «gustaría poder recuperar parte de la deuda»; no tomó en consideración la promesa de Teixits Blanc Color, a pesar de que reflotó un telar parecido, Ferry's, y a la vuelta de unos meses aceptó la puja de ForMen y Koltex, que únicamente se diferenciaba de la de C2 en que contempla el pago de los 596.000 € del crédito del IVF garantizado por la maquinaria. Poca 'parte' del adeudo de Marie Claire con la Generalidad, cifrado en 22 millones, es esa. Menos recuperaría si se liquidara la compañía, desde luego, pero eso no puede ocultarnos que los activos de la histórica factoría estaban tasados en 6,4 millones, una ridiculez teniendo en cuenta la infravaloración de las numerosas marcas que posee. Y que la Consejería aceptó echar a pérdidas más de 21 millones sin intentar siquiera animar a los afectados a formar una cooperativa y asumir las riendas de su futuro, como acaban de hacer los trabajadores de Duralex.
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