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Juan R. Gil se ocupó el domingo de la sentencia condenatoria a Zaplana y, al relatar el cerco informativo y económico que sufrieron los periódicos valencianos de EPI durante su mandato, hizo algo inusual en Levante-EMV. Se saltó la damnatio memoriae que pesa sobre ... mí en mi antigua casa y me mencionó. «Era de justicia», me contestó el ahora director general cuando le agradecí el detalle. «Fuiste el primero que lo viste venir», agregó. Un halago que no pude aceptar porque no es verdad. El primero que caló al ahora condenado fue el juez Luis Manglano, instructor del caso Naseiro. Yo sólo me limité a seguir sus enseñanzas, cosa que no hicieron sus colegas y Joaquim Bosch todavía no ha abordado en sus libros. Pero fue Manglano quien supo antes que nadie, en 1989, que había un chisgarabís en Benidorm que llamaba insistentemente a un concejal de Valencia para que le pasara una comisicioncita. Quien desveló el papel extractivo que desempeñaban los gerentes del PP desde los tiempos de AP. Y quien pagó cara su osadía. Porque a Manglano no le machacó el PP por cometer el error procesal que propició la anulación de las escuchas que involucraban a los encausados. Tampoco le asaeteó la Brunete Mediática por detener e incomunicar a cuatro respetables señores, como afirmó Pilar Urbano. A Manglano lo desacreditó la fachosfera, que diría aquél, por lo mismo que está siendo puesta en tela de juicio la independencia de no pocos jueces y fiscales en estas fechas: porque es la mejor manera de diluir responsabilidades, esconder tras conjuras y conspiraciones inexistentes clamorosos delitos de guante blanco y escarmentar a los pocos jueces que todavía creen que se puede tratar a todos los sinvergüenzas por igual. Lo reconoce sin demasiado pudor JMª Aznar en sus memorias. «Demostrando una inteligencia política y una capacidad de reacción fuera de lo común, Cascos consiguió convertir el caso Naseiro en el caso Manglano. Es decir, consiguió que el PP pasara de la defensa al ataque». Favor que le hizo al Cascos que luego se estableció por su cuenta porque todos en el PP y en su entorno pusieron su granito de arena. Injusto sería olvidar, verbigracia, que Ruiz-Galardón contribuyó a denigrar la redada llevando a López Ibor a interesarse por el estado anímico de los detenidos. Un recurso dramático sólo superado por la relación de políticos, Otegui entre ellos, y político-periodistas que pidió clemencia para Zaplana. De Manglano, en cambio, no se apiadó nadie hasta 2023. Año jubilar en que el CGPJ le concedió uno de los Premios a la Calidad de la Justicia que otorga. En su caso, por reducir los asuntos pendientes en la sala de lo contencioso-administrativo en la que ha estado los últimos años de su carrera.
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