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El presidente de la patronal valenciana (CEV) Salvador Navarro lo negará, como es natural, pero debe estar más contento que unas castañuelas. Ni al felón ... de Fernando VII se las ponían tan en suerte como a él. La fiscalía anticorrupción ha abierto una investigación contra la Facpyme por un presunto delito de fraude. ¿Y? Pues que se da la casualidad de que dicha cpyme está en manos del también presidente de la Cámara de Comercio de Alicante y detractor de la CEV Carlos Baño. De suerte que, sin significarse, ni mancharse las manos se va a encontrar con que el rival que se dio de baja de la CEV y animó a sus congéneres a hacer lo propio en un amago de secesión tiene algo más importante de lo que preocuparse. Pero es que no acaban ahí las alegrías navarras. El ministerio público está tratando de aclarar si la Facpyme se lucró de los 58 millones en subvenciones con que estuvo dotado el Programa Bono Consumo de la Diputación de Alicante durante los años 2022 y 2023 al delegar su gestión en una mercantil creada y administrada por el mismo Baño, Retail Alicante, SL. Con lo que la dicha del titular de la CEV debe ser completa, toda vez que la corporación provincial alicantina estaba comandada a la sazón por alguien que tampoco siente un especial cariño por él, Carlos Mazón, valedor político a su vez de Baño, quien no duda en tratarlo de «hermano». ¿Qué presunta parte de culpa tendrá la Diputación en este enjuague? Lo determinará la instrucción. En cambio, ¿por qué animó Carlos Mazón a Baño a rebelarse contra Navarro cuando aún estaba tierno en las calles el barro de las riadas del Turia, del Poyo y del Magro? No puede estar más claro. Es lo que demuestra que nuestro molt honorable president es más vengativo que sagaz, más atolondrado que ladino. Otro, en su lugar, habría dejado pasar el tiempo para que no se relacionara la acción con la reacción, amen de que se habría esmerado en que pareciera un accidente. Pero él, no. No contó hasta cien o se dejó asesorar por las mismas musas de siempre. Dos meses después de que Navarro se regodeara en desmentir cuantas veces se le preguntó -que también podría haber disimulado un poco su antipatía- la primera de las excusas que Mazón se inventó para justificar el retraso, le echó a los perros, avivó el cantonalismo alicantino e hizo público un ucase según el cual, a partir de ese momento, las ferias, institutos y demás organismos oficiales dejarían de contribuir al sostenimiento de la CEV. Donde las dan, las toman. Un exceso cesarista de cuya literalidad no tuvo más remedio que arrepentirse a la mañana siguiente.
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