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El ensayista Gustau Muñoz acaba de añadir a la lengua, al Himno, a la Senyera -«Senyera en blau la vertadera»- y al derecho civil valenciano ... una nueva seña de identidad. En concreto, una virtud que no todos los naturales del lugar poseen, y menos un político cuyo nombre omitiría si pudiera para que no se malinterpretase lo que me dispongo a exponer. No conozco yo la obra ensayística de Muñoz, pero el aserto me trae a la memoria lo que espetó Baroja cuando se le presentó un periodista del diario carlista El Pensamiento Navarro. «¿Pensamiento y navarro? Imposible». Cita a la que recurro no porque también constituya un oxímoron asociar el gentilicio valenciano con el raciocinio, sino porque cada uno de los lugareños tiene su particular manera de pensar. Y, sin embargo, es la de Gustau Muñoz la que está adquiriendo una deriva muy peligrosa. Juzguen, si no, cómo justifica este consumado polemista su hallazgo: «El fons de la mentalitat valenciana vertadera -que ve de lluny, de la historia- té un lema fonamental: 'l'home és la paraula'». Hombre, verdad es que «la dita 'l'home és la paraula' està acreditada històricament i encara és vigent». Pero eso no significa que sea un endemismo, ni que defina una forma de ser. Los acuerdos entre caballeros no son la base del derecho foral que pastorea JR Chirivella con la fe del carbonero. El vigente Código Civil contempla el contrato verbal. Igual que «l'honradesa i el treball», «valors que fonamentaven l'estructura social dels valencians», no sólo están presentes en «l'imaginari valencià que hem heretat». En cambio, esa sospechosa confusión de virtudes individuales con genotipos étnicos sí que impregna el ideario de Sabino Arana. El Arana que repartía atributos y lacras y que sostenía que «para conocer la patria de un individuo hay que mirar la raza a la que pertenece o al apellido que lleva». Terreno en el que, por cierto, Muñoz tendría todas las perder frente al presidente del Consell, que es de quien sostiene que es «un tipus aliè a la mentalitat valenciana normal» socapa de que «és un mentider compulsiu», porque él es Veiga y Mazón es Guixot, un linaje tan «nostre» que contiene la letra más valenciana del abecedario: la equis de Xàtiva, Xeraco, Xeresa, etc. Mazón será lo que será, que es mucho, de momento. Pero me da la impresión de que al autor de 'Els reaccionaris valencians' le ha pasado lo mismo que al Quijote. De tanto revisar al trasluz lo que escribieron unos cuantos tradicionalistas locales ha terminado desbarrando. Hipótesis que abona el haber incluido en el lote a alguien de quien Fuster me dijo que sólo había dicho tres palabras en su vida: Ave María Purísima. Vamos, que era un bendito.
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