Aunque también se podría afirmar que partiendo de la nada ha alcanzado las más altas cotas de miseria, hay que reconocer que es casi un milagro que Feria Valencia cerrase el pasado ejercicio con unas pérdidas de sólo 1,4 millones de euros. Entre los ... años que perdieron el Ayuntamiento y el Consell desde que en 2012 se plantearon la necesidad de aclarar su naturaleza jurídica. Los que transcurrieron desde que en 2015 acordaron cambiar su modelo de gestión. Los que consumió después el Consell sopesando si asumía y cómo la abultada deuda que arrastraba por mor de la faraónica y oscura ampliación acometida entre 2000 y 2006. Lo que perdió resistiéndose a que, una vez incorporada al INI de la Generalidad como una empresa autonómica, la Feria continuara teniendo patronos en su consejo de administración. Los que a continuación se les fueron a los empresarios vetando a la entidad fundadora, la Unión Gremial, y pugnando entre sí por acaparar certámenes. Más el parón forzoso de la pandemia, no nos olvidemos de este nefasto paréntesis, ni del error que supuso convertir sus hangares en almacén de fallas, residuos hospitalarios y material sanitario, entre unas calamidades y otras, digo, lo raro es que la otrora Feria Muestrario Internacional (FMI) no esté criando malvas. En sus circunstancias cualquier empresa normal habría pasado a mejor vida. Nueve años después de aquel azaroso 2015, fecha clave en el devenir societario de la institución, FMI ha logrado algo más que desembarazarse de un pasivo de 519 millones, cosa fácil en un Administración autonómica que acostumbra a achacar todos los excesos -de gestión e inmobiliarios en este caso- a la infrafinanciación de la Generalidad. Ha conseguido afrontar el futuro con optimismo. ¿Qué es lo malo? Pues que mientras Feria Valencia (FV) se felicita de que en este ejercicio va a celebrar 35 ferias, lejos de las 52 que organizaba antaño, y un número indeterminado de eventos, IFEMA presumió días atrás de que acogerá 96 y 585, respectivamente, sin dejar por ello de continuar apostando por la internacionalización, diversificación y digitalización de sus actividades. Y el Ayuntamiento de Barcelona acordó la semana pasada invertir en su feria -ésta no ha perdido su condición municipal- 255 millones en construir, ampliar y modernizar tres pabellones, de momento. El Consell informó el lunes de que la Consejería de Sanidad continuará utilizando las dependencias de Paterna como desván por el módico precio de 87.000 euros anuales. Cantidad que vendrá a ser lo que paga de alquiler al mes la de Innovación y no ahora coarta recuperación alguna. De lo que se desprende que el ejecutivo valenciano sólo tiene dinero (400 millones) para dotar de autobuses de última generación a los distintos concesionarios del transporte de viajeros por carretera.

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