Directo Rueda de prensa de Corberán previa al Valencia CF -Leganés

Si Alberto Fabra fuera presidente de la Generalidad estaría a estas horas intentando aligerar la insoportable deuda de la Generalidad con la reventa de los palacios y estafetas de Correos que compró Ximo Puig. No es el caso de Carlos Mazón, quien, entre que es ... de otra pasta y que el PP no necesita purgar ahora pasados excesos, va a hacer algo más provechoso para su causa. Por un lado, va a explotar políticamente lo que de disparate supuso la compra de semejante cantidad de estafetas, palacios de comunicaciones y casas solariegas. Esto es al menos lo que se deduce de la prontitud con que el grupo parlamentario popularista pidió en pleno agosto los contratos de la compraventa suscritos con la sociedad estatal y solicitó la comparecencia de la consejera de Hacienda. Y por otro, va a desairar a Puig replanteándose los usos de cada uno de los inmuebles. Salvo el Palacio de Tremolar, que se lo va a quedar Hacienda como estaba previsto, y quizás el Palacio del Marqués del Rafal, sede de Presidencia en Orihuela, porque acogió la primera reunión del nuevo Consell y se supone que eso debe significar algo, no va a respetar uno solo de los destinos que el de Morella tenía previstos para los distintos edificios. Mª José Catalá expresó su deseo de que el Palacio de Comunicaciones se convierta en Museo Fallero y eso es lo que será porque no me imagino a Mazón llevándole la contraria a la alcaldesa y porque el «centro europeo de referencia en temas de regiones e innovación» apenas esbozado por Puig no había por dónde cogerlo. Cuestión distinta es que la alternativa elegida constituya un acierto. La alcaldesa de Castellón no ha querido ser menos y, tras no pocos cambios de parecer, le ha pedido a Ruth Merino que la antigua delegación de Correos no acoja a una fundación que ni coordinará ni investigará nada sino a algo vivo; verbigracia, un museo de la Festa de les Gaiates. La Consejería de Innovación se quedará finalmente en la estafeta de Alicante. Presidencia, como es lógico por otra parte, volverá a la alicantina Casa de las Brujas. Y en Elche no habrá «un espacio de referencia para los distintos sectores productivos» (la función), como improvisó Puig después de adquirir la estafeta (el órgano) sino «un centro de formación adaptada a las necesidades de la industria», según la vicepresidenta. Una impugnación completa de los deseos de quien expandió los dominios patrimoniales de la Generalidad para «ganar presencia» (institucional y personal). Un Ximo Puig que, entre unas cosas y otras, remite a un clásico muy de estas fechas: «Yo a las cabañas bajé./ Yo a los palacios subí (...) y en todas partes dejé/ memoria amarga de mi».

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