El Consell no parece ser consciente del impacto medioambiental que tendrá la renuncia a la construcción de la depuradora del Horta Sud. Y si lo es, y tiene motivos para serlo: la de Pinedo es una bomba de relojería, ha optado por aplicar la ley ... del mínimo conflicto. Esa alergia al apuro que afecta a la práctica totalidad de gobernantes. Y que unas veces les impulsa a incumplir la obligación de mirar por el interés general y otras a humillarse innecesariamente presidiendo, verbigracia, la cuatrienal rendición de Breda del ejecutivo autonómico ante los sindicatos funcionariales. ¿Hay una cierta resistencia en Alcàsser a acoger una instalación de estas características? No la construimos, y en paz. Sí: 'Requiescat in pace'. Se suponía que un Consell lleno de alicantinos, presumiblemente conscientes de lo que representa el turismo de sol y playa en el PIB regional, reaccionaría rápidamente ante las alertas de contaminación fecal que se produjeron en su primer verano en el poder y adoptaría medidas correctoras. Pero no fue así. Sólo la nueva Diputación castellonense se apresuró a indicar que iba a continuar invirtiendo en depuración de aguas residuales. La consejera de Medio Ambiente Salomé -estaba predestinada- Pradas necesitó 'Déu i ajuda' para anunciar la puesta en marcha de algo relacionado con la mejora de la calidad de las aguas de este gran balneario que es la Comunidad Valenciana como es la monitorización de los caudales de las 467 depuradoras. Su segundo auguró después la redacción de un III Plan de Saneamiento y Depuración. Y a guisa de anticipo tomamos la aprobación de importantes correcciones en los desbordados e insuficientes alcantarillados de El Campello y Benidorm. Lo que nadie podía imaginar es que golpe y porrazo el Consell que iba a proteger el turismo decidiese plegarse a las inevitables puñeterías alegadas por los insolidarios de turno y tachara de innecesaria la única instalación que puede librar a la Albufera y al golfo de Valencia de un futuro sombrío y hediondo. A pesar de que el Gobierno incluyó el presupuesto de la depuradora de Alcàsser, cifrado inicialmente en 115 millones de euros, en los fondos europeos Nueva Generación. A pesar de que Pinedo no da ya más de sí. A duras penas trata las aguas. Cualquier chaparrón le obliga a verter directamente a colorear el litoral. Y, para más inri, está en precario. La sentencia de cierre no se ha ejecutado para evitar la catástrofe ambiental que se produciría. Pero ha sido recurrida. Y a pesar, en fin, de que como lo que se pretende evitar a toda costa, ay, la costa, es «el rechazo social», Pradas no ofreció una alternativa. Ofreció parches. Complementos inconexos de la liquidada planta purificadora de las miasmas de l'Horta Sud. Y Sor Virginia no hace milagros.
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