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Mucho Día Mundial de los Desaparecidos, mucho Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) y muchas operaciones de búsqueda. Pero si las fuerzas de seguridad cumplieran correctamente su cometido no habría 7.000 españoles, 500 de ellos valencianos, en paradero desconocido. No habrían surgido fundaciones como la ... QSDglobal de Paco Lobatón y organizaciones sin ánimo de lucro como SOS Desaparecidos y la valenciana ADESEPA. Ni los periódicos y las distintas redes sociales dispondrían de sus respectivos tablones de anuncios de personas trágicamente escamoteadas. Sobran medios y sobra personal, pues, para afrontar adecuadamente esta sangría humana, en contra de lo que invariablemente alegan sindicatos y gestores públicos. No ha lugar por tanto a insinuar siquiera que se está invirtiendo más dinero en localizar desaparecidos a la fuerza durante la guerra y la postguerra que en buscar a esfumados en tiempos de paz, porque una cosa/causa no excluye la otra. Aun reconociendo que debe ser complicado aclarar quién ha decidido perderse, quién se ha perdido para siempre y encontrar esta clase de agujas en ese gran pajar que es el mundo, lo que falta en cuarteles y comisarías es organización, preparación y, muy especialmente, al decir de las asociaciones de afectados, disposición. Justo lo que ha puesto de relieve la casuística más reciente. Con razón declaraba a LAS PROVINCIAS (9-4-2024) la madre de Félix J. Esquerdo (34), el vecino de El Campello cuya pista se perdió en octubre de 2020, que «lo buscaron unos días y punto pelota». Una batida coordinada por Guardias Civiles Solidarios lo localizó el día 20 a 250 metros, digo 250, de donde fue hallada entonces la moto que conducía. Los restos de la gandiense María Sierra (72), en paradero desconocido desde agosto de 2021, no estaban mucho más escondidos en una comarca que no es precisamente el Mato Grosso. Un equipo de limpieza que desbrozaba la cuneta de la carretera de Gandia a Benirredrà encontró su bolso el viernes 19 y el 22, primer día laborable, fueron los agentes a por lo que quedara de su dueña. Aunque es el caso del malagueño Eduardo Jiménez el que más descarnadamente retrata la informalidad y la dejadez con que, según SOS Desaparecidos, se abordan estos asuntos. Deja plantada a su hermana el 26 de febrero último. El 8 de marzo acude ésta a la comisaría a denunciar lo sucedido. Y si el día 9 no llega a ir al centro de salud a preguntar por él todavía esperando que la policía, el CNDES o el ayuntamiento le informaran de que ya no figuraba como afiliado a la Seguridad Social. Motivo: falleció el 28 de febrero por causas naturales y como su ocasional compañero de piso declaró que carecía de familia lo enterraron 48 horas después con cargo a la beneficencia.
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