El precedente de Le Pen
No le ha ocurrido nada que no le ocurriera en 2018 a Jorge Rodríguez
Si nos atenemos a los argumentos esgrimidos por sus afines en descargo de Marine le Pen llegaremos a la perversa conclusión de que «fer com ... fan no és pecat». Y eso sí que no. Una cosa es que todos los partidos coloquen adeptos a la sopa boba del erario; uno de los argumentos empleados por MªJ Catalá para convencer a Vox de la vuelta de los concejales desterrados al claustro municipal fue, precisamente, la concesión de tres nuevas plazas de asesores. Y otra, muy distinta, que esté bien hacerlo. Porque no lo está. Y aunque a nadie se le escapa que «las administraciones públicas españolas, de toda condición y signo, están trufadas -como señalaba recientemente Ignacio Camacho- de hermanísimos, begoñísimas, cuñadísimos, amiguísimos y hasta compañerísimos de partido». Cuanto antes empiecen a prescindir de absentistas y zombis, mejor porque llueve sobre mojado. Así en Europa como en Valencia. A la cabecilla del integrismo francés no le ha ocurrido nada que no le ocurriera en 2018 al entonces presidente de la Diputación de Valencia Jorge Rodríguez, en su caso por colocar en cargos inexistentes en la corporación provincial a dirigentes del PSPV y de Compromís. Con el agravante de que, como, a diferencia de Le Pen, luego le absolvieron y eso le permitió ser más convincente que la jefa de Reagrupamiento Nacional en sus lamentos, menos de siete años después estamos en las mismas. El partido que se personó como acusación particular en el caso Alquería, el PP, es ahora aliado en la Diputación de Ens Uneix, la marca que Rodríguez lanzó al mercado electoral para continuar en la política. Y le preocupa ya tan poco guardar las apariencias que arremetió en el pleno de febrero contra el secretario de la corporación provincial porque éste se negó a retirar las dudas legales que le inspiraba ese gigantesco coladero de personal que es la relación de puestos de trabajo (RPT). Una reacción insólita en los doscientos años de historia de la institución. Pero que surtió el efecto deseado. Al fedatario público no se le volvió a oír en la siguiente sesión y el que no dijo amén se abstuvo. Es tan estrecha la relación que mantienen actualmente los otrora acusadores y acusados, que la remodelación del gobierno llevada a cabo por Vicent Mompó otorga más poder a las dos vicepresidentas, Natalia Enguix (Ens Uneix) y Remedios Mazzolari (PP). Aunque sólo una de ellas, Mazzolari, unirá a sus competencias en materia de Carreteras, Compras, etc. las de Personal. En lo que sólo puede ser interpretado como lo que es: un reconocimiento a la diputada que más descaradamente amenazó al secretario. La que completó el «me estoy comenzando a cansar» de Mompó, con un taxativo «esto no puede volver a pasar».
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