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Para Rubén Amón, el de Valencia podría ser el teatro de la ópera de Madrid. Me lo cuenta un amigo sabedor de que en su ... día señalé que la gran beneficiaria de la AVE ha sido la industria turística madrileña relacionada con los musicales. Algo tendremos que ser -le contesto con retranca- si no queremos ni podemos ser catalanes. Amón, en cualquier caso, está en lo cierto. Es posible comerse una paella en la Malva-rosa, pasearla por los soportales de Calatrava, regalarse los oídos en Les Arts y volver en el día a la capital por poco más de lo que cuesta el Teatro del Real. Un modelo de escapadita que coincide con el cuento de la lechera que nos contaban los promotores de la AVE para convencernos de las bondades de la inversión. De todos modos, ser, lo que se dice ser, Valencia es antes que nada el puerto de Madrid. Ese 'hortus conclusus' de navieras, transitarios y estibadores que, por cierto, además de tratar a su entorno, a su víctima -sí- con desdén, ahora, encima, con una presidenta gallega, Mar Chao, dificulta aún más saber si sube o baja, si se expande o se contrae. Iba a preguntárselo al expresidente de la APV Rafael Aznar, con quien coincidí en la presentación del libro de Julián Quirós, pero no me pareció elegante ponerle en el aprieto de pronunciarse sobre su sucesora ante tanta gente. Al puerto se le puede mirar como un matrimonio (de conveniencia), que es como lo miraba el domingo F. P. Puche en estas mismas páginas. «Valencia y su puerto -decía- navegan juntos desde los tiempos fundacionales»; como un peligro, que es como lo ven los contrarios a la ampliación norte, o como un coto inadmisiblemente opaco y despótico, que es como yo lo contemplo, más que nada por la manía que ha tenido siempre la otrora llamada Junta de Obras (permanente y permanentes, respectivamente) de ir a la suya, y el que venga detrás, que arree. Les pondré un ejemplo reciente: el pasado día 19, fecha en que se publicaron el resultado de explotación del puerto de Barcelona, solicité a la APV que me suministrara el suyo. Y esta es la hora en que aún no me lo han facilitado. Renuencia que no me va a impedir decir que moviendo 1,5 millones de contenedores menos, el puerto de Barna ganó 63 millones de euros, 37 más de los que declaró Valenciaport en 2023. Y que la organización de la regata de la Copa del América únicamente le supuso unas pérdidas parciales de 3,5 millones, resultantes de restar el millón ingresado a los 4,5 invertidos en la operación. Quién sabe si porque recibió a 3,5 millones de cruceristas o porque está mejor gestionado que el «nuestro».
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