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El mundo se halla inmerso en un profundo proceso de cambio económico, la cuarta revolución industrial, y nuestras actuales autoridades no se quieren enterar. Se ... puede discrepar de los criterios opinativos que Elon Musk ha implantado en Twitter. Pero cuando el dueño de Tesla y Spacex, que sabe bastante más que Joan Ribó, Enric Nomdedéu y Yolanda Díaz de crear riqueza, suprime el teletrabajo y declara que es suicida tomarse la faena a la ligera mientras en otras partes del planeta los empleados no miran el reloj en el tajo. En clara alusión a China, donde los trabajadores sólo tienen la mitad de vacaciones (5 días) que en EE.UU. No como los España, Burkina Faso y Zimbaue, que tienen cuatro veces más. Macrón alarga la edad de jubilación. El gobierno danés, presidido por una socialdemócrata, suprime una fiesta que se venía celebrando desde 1686 a fin de incrementar los ingresos del Estado. El de Corea del Sur desea pasar de las 52 horas de trabajo semanales a las 69. Sin otro objetivo que el de lograr que «las empresas puedan cumplir» con sus respectivos clientes. La UE promueve la reindustrialización continental para reducir el riesgo que supone depender de la industria manufacturera de la República Popular. Y hasta el G-7 acuerda crear una plataforma para coordinar la respuesta occidental ante la Coerción Económica china. Cuando todo esto está ocurriendo en el mundo, digo, y aquí mismo hay firmas tecnológicas que operan 24 horas al día, de lunes a domingo en turnos de 12 horas, la Administración no debería estar proponiendo anacronismos horarios y patrocinando la implantación de tres días de descanso semanales. No, porque el «+ x - x =», el más por menos por lo mismo no existe y el = x - x = es ruinoso. La CEV cifra en un 20% el aumento del coste de hora trabajada. Y, como no hay Estado que pueda subvencionarlo indefinidamente, lo más probable es que, en lugar de crear empleo, esta concesión a la galería lo destruya en el sector privado y lo multiplique, aún más si cabe, en el público. Votos para hoy y hambre para un mañana cada vez más competitivo, es lo que reflejarían las conclusiones del experimento realizado por la plantilla municipal el pasado mes de abril si Ribó no las hubiera sesgado de antemano, aplazando su publicación hasta después de las elecciones y poniendo el acento en las mejoras que obtendrán los burócratas. Siendo así, raro será que del informe no se deduzca que en sólo cuatro 'ribolucionarias' semanas el Pacto del Rialto ha conseguido equiparar también la productividad valenciana a la de Corea del Sur, donde sólo 4 de cada 10 asalariados consumen los días de asueto que les corresponden.
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