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Hundimientos, grietas, roturas... Las lluvias torrenciales caídas el 29 de octubre se cobraron hace un par de semanas a sus tres últimas víctimas. El parque de la Balsilla de Campo Arcís y dos edificios contiguos, el lavadero y el garaje, cuyo cierre inmediato fue ordenado ... por el Ayuntamiento de Requena ante el «peligro de hundimiento en toda su superficie». El comunicado oficial prohibiendo el acceso a los inmuebles dañados e instando al vecindario a «mantenerse fuera del área descrita hasta nuevo aviso» no desvela el motivo. Y el concejal de Gobernación Joaquín González no ha querido pronunciarse hasta recibir el dictamen del ingeniero encargado de evaluar la situación del recinto. Pero la toponimia del lugar da que pensar. No lejos de la balsa, del abrevadero en torno al cual se fundó esta aldea en el s. XV están la Casa de la Sima y el barranco de las Simillas... Una serie de simas documentadas por el geógrafo Juan Piqueras y originadas, según el biólogo Javier Armero Iranzo, por «un curioso caso de geología kárstica en sustrato yesífero». Un conjunto de alteraciones orográficas provocadas por el contacto prolongado del agua con «los fondos salinos de una antigua laguna de época cenozoica. Una referencia natural -concluye Armero en uno de sus trabajos- a tener en cuenta». ¿Es esto lo que ha ocurrido en el subsuelo de ese rincón de la pedanía? Es lo que están tratando de averiguar las autoridades locales. En Aragón, región partida en dos por el valle yesífero del Ebro, no faltan técnicos que consideran que hay que acostumbrarse a convivir con ese vecino incómodo que es la subsidencia. «El hundimiento progresivo de la superficie del terreno como consecuencia de trabajos de minería, colapso de cavidades subterráneas, extracción de agua o petróleo, o desecación», en la detallada definición del DRAE. Lo que ocurre es que el desmoronamiento no siempre es progresivo. Sin salir de la Comunidad Valenciana, en el verano de 1982, una cavidad de 80 metros de profundidad engulló cinco naranjos de un campo recién regado; en la actualidad, el Clot de Lirio figura en el Catálogo de Cuevas de la Comunidad Valenciana y por tanto está protegido. Nada comparado con la inquietante casuística aragonesa. La línea Madrid-Zaragoza de AVE está sometida a una permanente vigilancia para anticiparse a posibles desplomes como los que se produjeron durante su construcción. Una sima obligó a derribar una finca de 52 viviendas en 2003 en Calatayud. La de Alcalá de Ebro se abrió en 2007 en pleno casco urbano. En la codiciada plataforma logística PLAZA se han formado no menos de cuatro dolinas desde su creación. Y tan lejos como en octubre una repentina oquedad aparecida en Zaragoza obligó a desalojar un edificio y cerrar el popular Tubo.
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