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Lo dije cuando el alcalde de Alcoi revocó el acuerdo de impedir que las fachadas de los edificios públicos alcoyanos fueran utilizadas como tablones de ... anuncios y lo repito ahora que la entrada de Vox en las instituciones ha convertido esta ilegalidad en una equivocada reivindicación de derechos humanos o morales. La igualdad entre las personas ha de garantizarla la Administración sin necesidad de que el balcón de la Casa Gran parezca Picadilly Circus, la fachada de la Basílica de la Virgen una réplica luminosa de Time Square y la torre renacentista del Palacio de la Generalidad un paso elevado donde colgar toda suerte de desmañadas participaciones de boda. En principio por una cuestión de respeto vexilológico. Al lado de una centenaria ceremonia de izado de banderas que sólo admite dos variaciones -la posición en el asta y la colocación de un crespón negro, en ambos casos por defunciones relevantes- no debe producirse semejante trajín. Después, porque la exhibición o no de tamaña variedad de elementos en fachadas y mástiles oficiales no puede venir determinada por la presión, el cálculo electoral, la complicidad, la solidaridad mal entendida, el significado o el contenido. A continuación y sobre todo porque a los edificios situados en los centros históricos y de manera muy especial a los que están catalogados por su especial relevancia no se les puede añadir ni una coma. Está expresamente prohibido por la mayoría de las ordenanzas municipales y por dos leyes de rango superior: la de Patrimonio Cultural Valenciano y la de Patrimonio Histórico Español -artículos 38.1.e y 19.1.3, respectivamente-. Como también lo está por sentencia del Supremo la exhibición de banderas no oficiales en establecimientos públicos. Y por último porque los encargados de velar por el cumplimiento de la legalidad no pueden ser los primeros en infringirla con tal de no indisponerse con terceros. La imagen externa de los foros que acogen a la representación de la soberanía popular no recordaría el aspecto que presentaba la Universidad de Nanterre en 1968, ahora que ha vuelto a ser noticia, si nuestras autoridades empezaran por respetar el sagrado lugar físico que ocupan. Una tendencia que no tiene visos de cambiar habida cuenta que MªJ Catalá se ha manifestado dispuesta a negociar la exhibición de banderas, banderines y gallardetes en el balcón. Ese balcón que ha funcionado como una monumental pantalla mientras Grezzi, que ha jugado con las contratas como ha querido, decidía renovar el mobiliario urbano y adjudicar el concurso de gestión de los mupis, las marquesinas y la publicidad en la EMT. Olvidando que son estas carteleras las que el consistorio podría ofrecer a entidades y asociaciones sin ánimo para que anunciaran sus actos y dejaran el frontispicio de la obra de Carbonell Pañella en paz
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