El acuerdo de mínimos suscrito entre el PP y Vox se las trae. Contempla toda suerte de derogaciones, supresiones, reducciones (3) y eliminaciones (6) más ... o menos genéricas. Pocas para mi gusto y, seguramente, para el de Robespierre, aunque algunas de ellas admitan ampliaciones. Pero no sé yo si serán demasiadas para un partido como el PP, que en el periodo de mayor morigeración, austeridad y afán de ejemplaridad administrativa -el presidido por Alberto Fabra- rebajó el número de consejerías y fundaciones, pero sólo cortó de raíz la RTVV. Unamuno escribe en 'Somnia Dei per hispanos' que una revolución no es «revolverlo todo», ni darle la vuelta a la tortilla. «Hasta para ponerse a echar mano a un derribo y desescombro», añade, es menester poseer un cierto «sentido de la responsabilidad histórica». ¿Eran conscientes de la responsabilidad que contraían los firmantes de los controvertidos 50 puntos programáticos de marras al multiplicar por dos tres consejerías para ponerse de acuerdo? Es ahí donde a mi me asaltan las dudas porque al mismo tiempo que desgajaban la Agricultura del Medio Ambiente, la Cultura de la Educación y la Justicia de Interior se reafirmaron en que el Consell bipartito constará únicamente de diez departamentos. Y eso quiere decir que ya tienen el cupo gubernamental cubierto porque los cuatro restantes han de ser forzosamente Hacienda, Industria, Sanidad y Obras Públicas. Con lo cual no es que habrá que agrupar competencias, refundir áreas y recomponer, en definitiva, la actual estructura administrativa del Consell para que no se queden en el limbo burocrático aquellos servicios o direcciones generales que el Pacto del Botánico elevó a la categoría de ministerios autonómicos. El papel del DOGV es muy sufrido, como no hará falta que les cuente. Es que si Mazón se resiste adscribir a Educación o Industria la Innovación, la consejería que Ximo Puig se inventó para captar votos en Alicante, para que sus paisanos no le tachen de desleal, no va a tener más remedio que desdecirse. Y quién sabe si arriesgarse poner en peligro la estabilidad del acuerdo. En cambio, en lo relativo a la «supresión de organismos innecesarios» no han podido ser más discretos. Yo, de todos modos, me juego lo que quieran a que Mazón salvará, por lo menos, una de los muchas hijuelas que ha alumbrado Puig. Ha adquirido tantos compromisos ferroviarios, además del consabido corredor mediterráneo (construir un tren que una Orihuela con Torrevieja para que los vecinos de la Vega Baja vayan a la playa, completar el Tren de la Costa sin renunciar por ello a tender un tranvía que conecte Dénia con Gandia y otro que vaya de Alicante al aeropuerto de l'Altet) que si no mantiene la Agencia de Seguridad Ferroviaria no ganará para sustos.
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