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Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia

Los toriles judiciales

Los siniestros no pueden zanjarse sin levantar suspicacias

Domingo, 27 de octubre 2024, 23:47

En mala hora se me ocurrió poner el desplome de un bloque de apartamentos de Peñíscola como ejemplo del mal trato que los medios de comunicación le dispensan a Santiago Calatrava. Esto le pasa al genio de Benimàmet, vine a decir, y lo empalan. Le ... sacan los colores hasta los humoristas. En cambio, se le cae a otro, como se le caían a Moneo las losetas de 7,5 kg de peso que puso en la fachada de la biblioteca de Deusto, y no se entera ni Dios. O se disculpan, como se disculparon las humedades que obligaron a suprimir los estanques del Palacio de Congresos, de Norman Foster. Con serlo, lo malo no es que todavía no sepamos qué arquitecto se cubrió de gloria en Peníscola. La identidad de los autores -arquitecto, aparejador, constructor- de la finca que se desplomó a principios de año en El Campello tampoco ha trascendido y nadie ha puesto el grito en el cielo. Lo malo es que el juzgado de instrucción nº 4 de los de Vinaroz sólo encontró cascotes y polvo en las ruinas y dictó una sentencia, como poco, impropia de esta suerte de calamidades. «No queda suficientemente justificada -reza literalmente- la perpetración de infracción penal». Líbreme Dios cuestionar la labor de su señoría no habiendo leído más que frases entresacadas del rollo sumarial, pero, ¿cómo puede concluir que no detecta 'infracción penal' alguna cuando se han venido abajo quince apartamentos playeros, dos personas han muerto y una tercera de la misma familia ha resultado herida, que pudieron ser muchas más? Algo se habrá hecho mal. Un colega mío descubrió cómo de la noche a la mañana los albañiles que construían su futuro piso redujeron la proporción de sacos de cemento que echaban a la hormigonera. ¿No habrá ocurrido allí algo parecido? En cualquier caso, siniestros como éste o el aún más dramático de Campanar no pueden zanjarse como se zanjaron sin levantar suspicacias y recelos. El letrado de la urbanización vinarocense Font Nova no se lleva a engaño. Es consciente de que los plazos prescriben demasiado pronto en construcción. Pero no denunciaría que no se ha «practicado ninguna de las actuaciones solicitadas», ni recordaría lo observado por los técnicos forenses que intervinieron en el esclarecimiento de lo sucedido si no fuera verdad. Y así lo han entendido las Audiencias de Castellón y de Valencia al ordenar la reapertura de ambos sumarios. El objetivo, como se comprenderá, no es obligar a los instructores a echarle la culpa a alguien de lo ocurrido en ambos desastres, sino instalarles a investigar y practicar diligencias como las que, verbigracia, han puesto de manifiesto que Sacha Distel fue profético: el camión llegó pronto a Campanar, pero la manguera y la escalera se hicieron de rogar.

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