Seré franco, mal que me pese. Empiezo a pensar que Peter Lim está en lo cierto cuando considera que lo mejor que podrían hacer los forofos del Valencia (VCF) es irse a freír espárragos de viento. Confiaron en Salvo, dieron por bueno a Vicente Soriano, ... le vendieron a Juan Soler las acciones que no le habían vendido a Paco Roig, creyeron que éste podía ser el mesías, cargaron contra Tuzón porque no se gastaba lo cuartos y exclamaron: «Welcome to Valencia, Peter Lim» en cuanto Aurelio Martínez se cubrió de gloria en la subasta tipo Casa Balaguer de 2014. Quíerese decir que se ha equivocado tanto en sus apreciaciones y exaltaciones que merecerían que el club cayera ahora en manos de alguien tan confiable como Miguel Zorío. Los perendengues de la situación actual es que lo que está relativamente en juego no es la adhesión del respetable sino la entidad propiamente dicha. Y como la entidad lleva el nombre de la ciudad y la ciudad es «el cap i casal del regne» me sabe mal. Me duele porque, aunque no haya trascendido descarnadamente, no menos de cuatro bufetes, corredurías, agencias y cabilderos se la están disputando con toda suerte de artes -confiemos en que no lleguen a las marciales-; la mayoría de los valencianistas continúa creyendo que la vaina va de fútbol, de dignidad y de amor a los colores, y tanto unos como otros están coincidiendo en señalar que todos los achaques del VCF desaparecerían si la Administración expulsara a Lim de Mestalla. Y eso sí que no. Vivimos en una economía de libre mercado. ¿Quieren salvar al Valencia -carraspeo, como escribía un autor teatral-? Que lo compren. Pero que no maquillen sus respectivas insolvencias forzando a la dirigencia política a intervenir la SAD, es decir: a volverse enredar en avales y atropellos, para después quedársela ellos de baratillo porque no cuela. Todo tiene un límite. Y el del fútbol profesional ya lo rebasó indebidamente F. Camps. Un expresidente de la Generalidad estrechamente relacionado en la actualidad con Zorío en tanto que empleado, al igual que Belén Gil, hija de Gil Lázaro, de Pablo Delgado, titular del bufete que lleva los asunto de este inasequible aspirante a gobernar el VCF. Un tipo tan bien informado de cuanto se cuece en Vox que anunció con antelación que JM Badenas iba a amenazar a MªJ Catalá con dejarla en la estacada si le facilita una salida urbanística a Lim. Una presión idéntica, por cierto, a la que sufrió Rita Barberá cuando un mecenas de UV cuyo nombre omitiré por decoro la conminó a mantener en una calle peatonal el acceso al aparcamiento que estaba construyendo si no quería verse privada de la colaboración de los ocho concejales regionalistas.
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