Santiago Abascal está comprendiendo ahora por qué Ortega dijo aquello de «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». Presumía de encabezar el único grupo que decía lo mismo en cualquier parte España. Y le está ... pasando lo mismo que JMª Aznar, quien también se preció de ser el único candidato que concurría a las elecciones con un solo programa para toda la piel de toro. Aznar perdió la coherencia ideológica el día en que necesitó suscribir el Pacto del Majestic con CiU, avenirse con el PNV y autorizar contactos con «el movimiento vasco de liberación nacional», vulgo ETA. Y Abascal está perdiendo la suya al renunciar a cuestiones otrora cardinales para Vox como la interconexión de las cuencas hidrológicas para facilitar los acuerdos autonómicos con el PP. Quién lo iba a decir hace apenas unos años. El trasvase del Ebro está ausente de los compromisos suscritos por ambas formaciones en la Comunidad Valenciana y en Murcia porque el PP hace tiempo que renunció a esta reivindicación y, Virgencita, Virgencita, se conforma con un caudal demediado que recibían ambas demarcaciones del Tajo. Pero es que también se cayó del articulado acordado en Aragón, donde, contra toda lógica, Vox sostuvo hasta última hora que el Ebro debía saciar la sed de la España mediterránea, a pesar de que Feijóo había afirmado en un mitin celebrado en Zaragoza en la campaña del 23J que el acueducto no era la solución. E incluso de que el PAR y Teruel Existe estuvieron amenazando hasta bien entrado agosto con que no habría avenencia si el proyecto en cuestión figuraba de algún modo en el trato. Afortunadamente para Azcón, Mazón y López Miras la sangre no llegó al río; Ebro, por supuesto. Abascal batió la anterior marca de lanzamiento de principios unitarios y renunció a convertir esta cuestión programática en un 'casus belli' tanto en un sitio como en otro. Tan es así que «defender en todas las instancias la política de trasvases como el del Tajo-Segura» es la única alusión a las transferencias que figura en la transacción firmada entre el PP de Mazón y el Vox de Gil Lázaro. Poco, por no decir nada para quienes llevan décadas utilizando este señuelo electoral, pues no olvidemos que Gil Lázaro fue cocinero popularista antes que fraile arrecogido en el convento de Abascal. De lo que no han abjurado ambos grupos es de abolir la Ley de Memoria Histórica. Y se entiende. Cuanto antes se corra un tupido velo sobre el ayer, antes se olvidará que tan lejos como en junio Abascal consideraba que era un crimen que el Ebro desaguara en el mar e invitaba a los contrarios al trasvase a abandonar Vox.
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