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María José Catalá no pudo ser más explícita, aunque quizá debió decir real. Con la victoria del PP «ha vuelto la Valencia de verdad». La ... de siempre. Pero hay otra Valencia que no ha vuelto ni va a volver porque no se ha ido nunca. Es la Valencia que no ha cambiado lo más mínimo en ocho años de mandato izquierdista ni cambiará así pasen cien de hegemonía derechista porque no es que sea eterna. Es que, como las demás ciudades, es sencillamente inmutable porque el municipalismo no da mucho más de sí. Y cuando da es a costa de más impuestos o de endeudamiento. El plan de choque de limpieza que Catalá ha anunciado que pondrá en marcha en cuanto tome posesión del cargo, por ejemplo, lo llevarán a cabo las tres mismas empresas que han gestionado el servicio en los 15 últimos años. No sólo porque el contrato que Rita Barberá suscribió con ellas en 2008 no expira hasta el próximo mes de septiembre, sino porque van a continuar ocupándose de esta tarea hasta 2036 en virtud de la adjudicación que Ribó terminó de formalizar tan lejos como el pasado día 12. Y es que hay cuestiones que trascienden la política. No digamos ya las 'riboluciones'. Y el de las adjudicaciones públicas es una de ellas, porque es lo que queda cuando pasa lo demás, como se dolió Puig. En idénticas circunstancias que el llamado contrato del siglo -1.325 millones- están el ciclo integral del agua, el cuidado de los jardines, el trasiego de los cementerios, el control de la zoonosis, la mayoría de los suministros municipales... Y así hasta llegar a las cesiones a terceros que más han dado que hablar. Me refiero a la explotación de las jardineras turísticas, porque fue la quijada de asno que empleó Grezzi para descalabrar a Alfonso Grau y luego él tampoco la ha sacado a concurso. Y a las injustificables prórrogas de la concesión de los complejos polideportivos, porque ni el cierre patronal de las piscinas fue considerado razón suficiente para darlas por canceladas. Se notará un cierto regreso «a la Valencia de verdad», eso sí, en el apartado de fiestas y tradiciones porque es donde más ha maniobrado el sector 'negocis' de Compromís. «Ma non troppo», si me apuran, porque más castillos que disparó Pere Fuset el día de San Vicente no creo que queme su sucesor y si son las fallas no se pueden quejar. ¿Qué cambiará entonces? La intromisión en el urbanismo, algo de la movilidad y, sobre todo, las preocupaciones y las atenciones. Pero pierdan cuidado. Unos y otros. Como reza la canción: «Valencia sempre serà Valencia/ mentres quede una barraca,/ el Micalet de la Seu,/ un guitarró i una traca».

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