Borrar

Azorín y Gary Cooper

Sábado, 12 de abril 2025, 00:12

Pues vino a ocurrir que, en la primavera de 1961, el actor Gary Cooper se puso muy enfermo, y la prensa del mundo empezó a ... dar las noticias que los médicos iban filtrando sobre la mala evolución de un cáncer sin solución. Aquella fue una muerte muy seguida por los medios. Porque el actor era uno de los más famosos y queridos dentro de esa selecta casta de clásicos del mejor momento de Hollywood. Y porque la noticia de su ocaso, especialmente en España, vino ligada a su reciente conversión al catolicismo, circunstancia que hizo de su dura enfermedad una secuencia ejemplar.El que fue llamado 'último caballero de Hollywood' murió el 14 de mayo en su casa de Bel Air y el mundo quedó consternado porque se perdía un grandísimo actor, pero también un hombre bueno y cordial, que además había transmitido al mundo, en su oficio de actor, la imagen de un hombretón sano, espontáneo y afable, que cualquier espectador del mundo hacía suya viendo solo su sonrisa. Pero lo que hoy destacamos en este repaso de números de la colección de un periódico con 160 años a las espaldas, es un chispazo, una genialidad periodística que llama la atención al abrir el ejemplar con la noticia de la muerte del legendario 'Sargento York'. Que no es otra cosa que la decisión de insertar, junto a la información de su muerte, un artículo memorable del periodista y escritor valenciano José Ruiz Azorín… sobre Gary Cooper. Una decisión que, más que del director, José Ombuena, habría que apostar que se debe a Vicent Andrés Estellés, redactor jefe y gran aficionado al cine.El escritor de Monóvar es bien sabido que era, así mismo, un gran cinéfilo. Lo fue, sobre todo, de mayor. Y sus colaboraciones en la prensa española, en los años cincuenta, estuvieron teñidas de muchas referencias a la magia de la pantalla. En este caso, un artículo dedicado al grandioso personaje que Cooper compuso en 'Solo ante el peligro', glosó, con obvia mano maestra, los perfiles de hombre del campo, de «manchego» dice el maestro, que el actor y sus frecuentes personajes tuvieron.Cooper, en efecto, no era, como otros actores, el hombre de la ciudad en conflicto, sino el arquetipo del español de tierra adentro. «Gary Cooper -escribió Azorín- ha nacido en Albacete, o en Villarrobledo, o en Quintanar, o en Tomelloso; es netamente manchego. Su figura es esta: alto, cenceño -sin escualidez- la cara alongada, expresiva la boca, largas las finas manos». Y en aquella recordada, angustiosa espera de un tren, «va vestido de negro, con ancho sombrero bajo de copa, con cuello de camisa doblado y una cintita negra y larga por corbata».Cooper, solo en la calle mayor. Cooper, abandonado. Ante el peligro. Ante el mal genérico del mundo. Como en aquellas películas de juventud, un héroe llamado a reparar los males sociales. Azorín lo sintetiza con su palabra medida y es, como si hablara del Quijote español, un monumento a «sus dudas y abatimientos». Un rostro que genera expectación cuando mira su reloj de bolsillo. Y cuando prodiga un gesto, «pasarse la mano por lo bajo de la cara, como esperando disipar, con tal frote, su intima perplejidad, su íntimo desconsuelo». El artículo es de los que merecen búsqueda y lectura completa. Porque desemboca en el pensamiento de un Leopardi que habla del héroe solitario, del acecho de los malvados y de la indiferencia del pueblo. Y no es muy optimista al escribir que «El mundo es una liga de bribones contra los hombres de bien».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Azorín y Gary Cooper