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El Mercantil Valenciano se bañaba ayer en agua de rosas por haber sido procesado el alcalde de Gandía, señor Lloret». Ahí queda eso. ¿Se puede ... ser más fino en el reproche periodístico? Cuando siglo y medio después nos invade la grosería de las redes sociales, es una bendición encontrar un campo de controversia de calidad. Porque ese texto, publicado el 25 de enero de 1893, siguió: «No se alboroce tan pronto nuestro colega. El procesamiento, bien lo sabe el periódico republicano, no tendrá consecuencias…»En 1872, en Valencia, se editaban varios, muchos periódicos; pero 'El Mercantil', el segundo con ese nombre, llegó con signos de querer quedarse. De modo que, a las incomodidades de la Revolución Gloriosa de 1868, y a la tarea de buscar en alguna parte de Europa un rey que quisiera serlo de España, nuestra redacción añadió entre sus ocupaciones la de competir con aquellos republicanotes. De ahí nace este placer del siglo XXI: encontrar, en los fondillos editoriales las puyas, requiebros y florilegios que don Teodoro Llorente y sus redactores dedicaban a los colegas de 'El Mercantil'. Sin perjuicio de que, un día, el diputado conservador, a la salida del teatro, se tomara un chocolate con picatostes con don Paco Castell, director del diario rival, catedrático y también diputado, aunque progresista y republicano. Veamos, sin esfuerzo, esta endecha de unos días después, puro deleite: «Hasta el Mercantil Valenciano, que no peca de justo cuando de conservadores se trata, pone fin a la noticia que publica del obsequio tributado al señor Gomis con la siguiente apreciación: Estos alcaldes son los que nos gustan y por los cuales romperemos lanzas sin acordarnos para nada de su origen político». Olé y olé… Finura, suave toreo de salón, que en el periódico rival respondían, por lo general, con idéntica intención.En 1870, cuando aún no existía 'El Mercantil', ya encontramos en nuestras páginas alguna advertencia tajante: «Algunos de nuestros colegas de la localidad copian las sesiones de Cortes que nosotros insertamos… servicio especial que nos impone crecidos dispendios… pero nos atrevemos a rogarles que indiquen su procedencia, como es justo». Es la sana rivalidad. Y el deseo de poner las cosas en su sitio: copia, sí, pero cita al menos la fuente, que para eso pagamos el servicio telegráfico.En la última década del siglo XIX 'El Mercantil' fue el rival predilecto, incluso más que 'El Pueblo': «Nuestro iluso colega ha sufrido tremendo desengaño», escribimos una vez. Los cruces de florete siguieron, pura esgrima, sobre todo cuando Castell fue elegido diputado provincial. Son lances antiguos, elegancias de bombín y bastón: «El Mercantil Valenciano publicó ayer un rabioso suelto contra el Sr. Manglano, director de la Casa de Misericordia… Nuestro buen colega pierde los estribos cuando se ocupa del diputado provincial por Chelva… Los violentos sueltos de nuestro colega, por lo mismo que son apasionadísimos, no encuentran eco en la opinión, que juzga con criterio más libre y desapasionado que El Mercantil Valenciano».Claro que a veces dan ganas de averiguar por qué Llorente se levantaba tan cascarrabias y escribía: «Dados los rumbos que los periódicos populares dan a todos los sucesos, Pepe el Huevero, con todos sus compañeros de proceso, es un personaje que merece más atención y estudio por parte de esos periódicos que otros asuntos y otros personajes que interesan más directamente a la nación…» ¡Mare meua!

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