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No hay nada más entretenido que asistir al espectáculo político postdana para buscar culpables y culpabilidades. Por eso, el vicepresidente Gan Pampols se siente como ... un pez fuera del agua en esos debates poco productivos en favor de la reconstrucción. No es extraño que Gan y Ángel coincidan en parte de sus planteamientos, porque para ello fueron nombrados, para trabajar cada uno desde su flanco por la reconstrucción, una tarea que no tiene más que un único camino, que no es otro que las familias y los pueblos afectados recuperen la normalidad en el tiempo más breve posible. Gan y Ángel no tienen que representar al partido político que los nombró, porque esta misión no entiende de siglas, sino que su función es defender los intereses de todos más allá de sus filias y fobias políticas. Ahora, como arma de destrucción masiva, se están utilizando los audios para tratar de desprestigiar al adversario político, sin que nadie tenga la valentía de asumir la culpa. El audio del presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Miguel Polo, reconociendo que durante dos horas no se miró al barranco del Poyo es tan demoledor que sólo merece la rúbrica de la dimisión. Polo no ha estado a la altura de las circunstancias por mucho que la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, se empeñe en defender que se enviaron unos mensajes automáticos de lluvia caída que nadie miró. No vale el argumento de que la función de la Confederación no es evaluar riesgos, porque sí es así la entidad no es otra cosa que un instrumento del despilfarro público. Polo no tiene defensa. De la misma manera que Emergencias tampoco tiene dónde parapetarse después de que este periódico publicara que durante las horas después de la dana se rechazaron hasta 26 ofrecimientos de ayuda de otras regiones. Habrá una responsabilidad técnica, como apuntó la vicepresidenta Camarero señalando al jefe de Bomberos, pero existe también una vergüenza político-torera que nadie quiere asumir. El audio de Aemet, recortado, da a entender una cosa pero en su amplitud aclara la situación por encima de ideologías. Es lo que hay. La política es un mal endémico instalado en la sociedad donde los esfuerzos se centran más en buscar culpables que en asumir responsabilidades. La profesora Begoña Vitoriano, experta en este tipo de desastres, lo definió muy bien en una entrevista publicada en el periódico con motivo de los tres meses de la dana: no había nadie que supiera analizar la situación, que tuviera capacidad para advertir de que lo que llueve aguas arribas siempre busca un cauce que va a aguas abajo, y que si la tormenta iba a arreciar en el interior o en el norte, ese agua iba a inundar las zonas llanas llevando la destrucción a su paso. No hay más. La política se ha convertido en el arte de hablar de todo sin saber de nada, por lo que la única tabla de salvación es rodearse de expertos en lugar de botarates.
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