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El francotirador

La debilidad de Morant

Héctor Esteban

Valencia

Jueves, 21 de marzo 2024, 23:30

Este fin de semana el PSPV inicia una nueva etapa, la de Diana Morant, la candidata parida con los fórceps de Ferraz para tratar de ... recomponer al partido tras la derrota electoral y la pérdida de la presidencia de la Generalitat. Los socialistas, ahora mismo, no gobiernan en ninguna institución de relumbrón y su plaza de primera es la Gandia de Prieto, un pueblo que ha evolucionado hasta gran ciudad. La apuesta por Morant es más por imposición que por convicción, una lideresa casi a la fuerza, que es el peor de los inicios porque la etapa comienza con más dudas que certezas. Una persona me comentaba hace semanas que la ministra ganaba en los espacios cortos, en el cara a cara. Que esa frialdad que proyecta no es más que una apariencia y que en la intimidad, como Aznar con el catalán, era donde se conocía a la verdadera Morant. No dudo del argumento, que tiene tanta verdad como que la futura líder de los socialistas valencianos es tan lejana como aparentemente arisca en el trato al desconocido. No se puede gobernar a tres metros sobre el suelo. El liderazgo de Morant emerge con pies de barro, los de Soler y Bielsa, y con la sensación de que no había nada mejor. Los socialistas, que gobernaron la Generalitat con los peores resultados de su historia y gracias al efecto Oltra, suturaron el amago de crisis para no deambular veinte años más en la oposición, un objetivo que no va a ser fácil de cumplir. En el horizonte no se divisa un nuevo Botánico. Morant no da el perfil de presidenta y en el PSPV se dan pocas oportunidades. Soler y Bielsa, si siguen vivos en esas fechas, esperarán a que la lideresa caiga por su propio peso. Además, todavía no se ha recuperado la asignatura pendiente del Ayuntamiento de Valencia, dónde Sandra Gómez se ha convertido en un cadáver más de los candidatos socialistas atropellados por el PP y Compromís. El PSPV sólo tiene una bala, que no es otra que la de Pilar Bernabé, que ha tenido presencia y discurso desde que fue nombrada delegada del Gobierno. Y con las armas limitadas ha sabido jugar de tú a tú frente a Carlos Mazón y María José Catalá. La ministra se ha valido más de codazos y altura para salir en la foto que de palabras, por lo que le queda mucho camino por recorrer para dar señales de popularidad. Desde Madrid es complicado hacer oposición, a no ser que en una futura renovación del Gobierno de Sánchez se le pueda buscar un acomodo a Morant que le otorgue cierta visibilidad. Sacrificar a Bernabé sería un error. A las carencias socialistas se une la pájara de Compromís. Baldoví ha pasado de opaco a invisible. El viaje de vuelta de Madrid a Valencia no le ha sentado bien y ha penalizado a Compromís, que está más pendiente de su recomposición interna que de recuperar a su electorado. Y en el Ayuntamiento la buena de Papi Robles está en rodaje. Morant, sin aparato ni devoción, será ungida con la varita de la debilidad.

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