No hay solución para este Valencia, no hay futuro para el Valencia con Lim. Baraja, una cabeza más en el pared de ejecutados en el ... despacho del magnate de Singapur, ha hecho lo imposible para mantener a flote a una entidad que ganó una vida extra con el pucelano, que en esta ocasión no ha sido suficiente para torcer los renglones de la crónica de un descenso anunciado. El que no lo quiera ver está ciego. Y puede que esta temporada se obre otro milagro para evitar la hecatombe pero llegará la próxima campaña y el escenario será el mismo si el plan de Meriton no cambia a corto plazo. Han dejado morir al Valencia. Todos aquellos que han tenido una pizca de responsabilidad en la gestión del club en las últimas temporadas. Lo peor que le pudo pasar fue que le dieran el reconocimiento como el mejor equipo del mundo porque aquel trofeo, que se exhibe con orgullo en la vitrina de los éxitos, fue una maldición para una entidad que agoniza en lo más hondo de la clasificación. El primer paso de los delirios que han llevado al Valencia a un paso de la tumba. Hubo quien ideó un castillo de naipes como es el caso de Juan Soler y Vicente Soriano. Otros como el exministro Rodrigo Rato aprovecharon sus cargos para tratar de beneficiarse de un pelotazo. Los presuntos salvadores llamados Amadeo Salvo y Aurelio Martínez no hicieron más que regalar a su Valencia en un proceso manipulado, insignia de oro y brillantes mediante. Los políticos, de todos los partidos, no han sido más que cómplices de todo este despropósito porque ninguno ha tenido los arrestos suficientes para tratar de hallar una solución. Diez años después, el Valencia vive el peor momento de su historia, incluso más duro que en el descenso de 1986, cuando todos pensaban que aquello será un bache con billete de vuelta una temporada después. Hoy el Valencia se arriesga a caer y no levantarse, a penar por los campos que no le corresponden por categoría e historia, maniatado por la dictadura de un propietario que ha destrozado un sentimiento y más de un siglo de historia. Un descenso dibuja un futuro preocupante, anclado y perdido lejos de Primera División, con el aroma de otros históricos que llevan lustros intentando volver a ser lo que fueron. El Valencia atraviesa la peor crisis de su historia. En lo deportivo, hundido; en lo económico, ahogado por una deuda millonaria y un estadio por terminar que pesa como toneladas de hormigón, y en lo social, pendiente de una vía judicial que quiere investigar si Meriton ha cometido algún delito societario y de administración desleal a favor de Peter Lim. Malos tiempos para el valencianismo. Lim go home.
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