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Decir que Del Bosque era un mal entrenador y que Messi aburre genera siempre una legión de 'haters' ociosos que no quieren ver el fútbol ... más allá de los títulos. Las verdades, al menos las mías, duelen. El exseleccionador tan sólo gestionó la inercia de un equipo irrepetible, moldeado por Luis Aragonés tanto en lo físico como en lo emocional, y que fue campeón de un Mundial y dos Eurocopas porque en ese momento era el mejor colectivo del mundo. Del Bosque, tan buena persona como irrelevante en el presente y futuro de España -¿alguien se acuerda más allá de los trofeos de su impronta en el combinado nacional?-, destrozó el trabajo hecho y devolvió a España al carro de la intrascendencia en el Mundial de Brasil, donde la campeona no pasó ni de la primera fase. Es un hecho y si no que se lo pregunten a Casillas o a Villa. Los jugadores hablan con pasión de la selección de Aragonés, que se jugó a vida o muerte su cargo de entrenador con su primera gran decisión: dejar a Raúl en casa. Nadie logró tanto como el de Hortaleza con el viento en contra y nadie deshizo tanto como el salmantino cuando soplaba a favor. Hoy, más de uno me dice si también voy a escribir que Luis de la Fuente es mal entrenador, cuando algunos de los que preguntan serían incapaces de identificar al bigotón de Haro en un Panini de la época. Todos los que fuimos coleccionistas lo pegamos en nuestro álbum con Zubizarreta, Liceranzu, Dani, Noriega y Argote. El lateral riojano era un hombre de equipo, de esos que nunca se creyó más que el resto, que sin hacer ruido lo ha ganado todo en las selecciones inferiores, que le gustan los toros, que aplaudió a Rubiales, que fue sentenciado y ahora indultado, y que ha llevado a un equipo de la nada a ganar la Liga de Naciones y a meterlo en la final en Alemania. El seleccionador ha impregnado al equipo de un nuevo estilo, no inventado sino alejado de aquella agonía del tiki taka, que tuvo su punto álgido en los mil pases ante Rusia, donde un gol de Dzyuba y una tanda de penaltis demostraron que como la efectividad no hay nada. España juega por las bandas, pelea, batalla y se repliega como nadie. Una selección con carencias que potencia sus virtudes. Donde el empalago del toque y toque no es el camino más corto para ganar. Hubo un momento en que todo el mundo quiso ser Messi y Guardiola. Tocar hasta aburrir y volver a empezar. España ya no juega a eso sino a la velocidad, atrevimiento, recorte y disparo de Nico Williams y Lamine Yamal. Al magisterio de Rodrigo. Al compromiso de los nacionalizados como en su día Aragonés embarcó a Marcos Senna. Al esfuerzo sordo de Morata, tan criticado como poco valorado. A la labor de viejos rockeros que bordean los cuarenta y al apoyo silencioso y solidario de los que menos juegan. Equipo. De la Fuente, el descubrimiento para los nuevos aficionados, es lo más parecido a Luis Aragonés y eso siempre es una garantía de éxito.
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