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Este periódico publicó y denunció de manera insistente durante semanas que había un asesor del PSPV en Les Corts que cobraba casi 3.000 euros ... al mes y no pisaba su puesto de trabajo. El susodicho era Miguel Soler, uno de los gurús del socialismo valenciano, que era un zombi con sueldo público al servicio del partido. El PP pasó olímpicamente del tema, no le hizo ni caso, quizá porque lo suyo era igual o peor: pagaban sobresueldos a sus diputados con el dinero de la subvención a los grupos parlamentarios. Lo de Soler, si alguien hubiera ido al juzgado, tenía aroma de prevaricación. Pero a sus señorías les importó un bledo. Una mañana, en la plaza de Manises, soporté el sermón y los aspavientos de Joan Calabuig, en presencia de José Manuel Orengo y Miguel Soler, porque no le venían bien las informaciones que dábamos de su colega, el que cobraba sin ir a trabajar. Menos mal que algunos periodistas salimos de casa embadurnados de vaselina para que lo que nos digan nos la resbale desde la cabeza hasta los pies. Días después, el gabinete de prensa del PSPV llamó al periódico para informar que Soler estaba en Les Corts, que había ido a trabajar y que se le podía hacer una foto en el pasillo del hemiciclo. El buen periodismo lleva a desvelar que en Antifraude hay denuncias por acoso y caza de brujas; a contar lo que se movía en el caso Alqueria y que luego la Justicia dictara la absolución -a los inocentes los guillotinó su partido y no la prensa-; a poner el dedo en la llaga en el caso Oltra cuando la menor abusada estaba abandonada por aquellos que debían protegerla -en la investigación sobre la labor de la conselleria, nada fue más contundente que el informe de la Fiscalía y nada tan claro como la absolución del juez- y a descubrir que el hermano de Ximo Puig pactaba precios con otros empresarios para repartirse lotes de concursos públicos. He visto a periodistas, de aquí y de otros medios, partirse la cara para defender su titular, porque no todo el mundo está preparado para la llamada del día después, donde hay que fajarse porque muchas veces se mezclan las mentiras y las amenazas. Aguantar la presión del trabajo bien hecho siempre conduce al éxito. En periodismo hay una máxima que no es otra que salvar tu culo, y eso sólo se hace con las pruebas y los documentos necesarios para sostener la verdad de una información. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es un psicópata político: narcisista, mentiroso y manipulador. Hay pruebas de ello. El ataque a los medios en su epístola de amor no se sostiene con los documentos que publicó El Confidencial, donde se demuestra que la recomendación por carta de Begoña Gómez a favor de una empresa existe firmada de puño y letra. Una información exquisita y objetiva sobre la que la Justicia dictaminará si en la letra pequeña hay tráfico de influencias. No hay regeneración democrática que soporte las pruebas de una información por mucho Pedro Sánchez que se empeñe.
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