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Desde que tengo uso de razón periodística hay tres temas que han hilado mi trayectoria profesional. Asuntos que siempre han llenado titulares, páginas y páginas ... y que, de momento, visto lo visto, no se han resuelto. El primero de todos, el tren Gandia-Dénia, que descubrí al aterrizar en la delegación de LAS PROVINCIAS en La Safor en 1999 y que 25 años después, un cuarto de siglo, sigue siendo una quimera. Un algo que no existe, un anhelo, una mentira más gorda que un camión. El 10 de febrero de 1974 se interrumpió la conexión con la promesa de que volvería en forma de vía ancha y han pasado ya más de cincuenta años sin solución. Al hacer un barrido por Google todo son previsiones, anuncios y promesas incumplidas. El otro tema en el que ando perdido es en el del trasvase, con aquel zaplanista 'Agua para todos' que sirvió para ganar elecciones pero no sé para qué más. Hubo paellas en el río, manifestaciones, acuerdos, desacuerdos y cambios de gobierno. Después llegaron las desaladoras socialistas, que nunca hemos sabido si funcionan, si no lo hacen, si van a pleno rendimiento o son un invento fallido. En este despropósito se habló el año pasado hasta de llevar barcos con agua desde Sagunto hasta Barcelona, como una especie de mundo al revés. Los valencianos que piden agua se la ofrecen al sediento, porque Cataluña sigue siendo España. Hoy, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, se presentará en la Moncloa con una retahíla de 56 peticiones innegociables para la Comunitat Valenciana. Hay de todo tipo y pelaje pero una de las más importantes es la de la financiación, otro de los temas que lleva anclado décadas en el debate político y a los que todos juegan según en la parte del tablero en la que se encuentren. Cuando gobiernan, viva España; cuando están en la oposición, España nos roba -impactante eslogan (original en catalán) creado por el saguntino y exparlamentario catalán Alfons López Tena-. Los informes avalan que la Comunitat Valenciana padece desde hace años una infrafinanciación galopante y que todos los presidentes que han pasado por Madrid, bien sean del PP o del PSOE, han hecho caso omiso a las reivindicaciones que, con más o menos fuerza y según el color con el que se pinten los gobiernos, se han lanzado desde el Palau de la Generalitat. Mazón pide ahora con más fuerza, de la misma manera que el PSPV clamaba contra Rajoy y Aznar. Igual que Camps no levantaba la voz con los suyos, Puig tampoco se arremangó en su tiempo. Hasta Compromís -por cierto, menudo fiasco de legislatura que se está marcando Joan Baldoví- hizo una «arrancà de cavall i parà de burro» cuando unió sus pactos a una nueva financiación. Baldoví, en Madrid, dejó que las promesas se las llevara el viento porque entre socios de gobierno es mejor no pisarse la manguera. Lo más probable es que Mazón se vuelva hoy con sus 56 peticiones.
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