Sánchez es la ruina de España. Corrupto. Felón. Amoral. Estafador. Megalómano. Un tipo al que solo le importa el interés de sí mismo. Capaz de ... cualquier cosa. Basta recordar la factura humillante pactada con ERC y Puigdemont para lograr que el separatismo apoyara su investidura. Abonada a plazos. De momento, satisfecha la parte correspondiente a indultos y amnistía. Es decir, la impunidad otorgada a un grupo de delincuentes golpistas condenados por el Tribunal Supremo. Comprometida también la condonación de la deuda de la Generalitat por importe de 15.000 millones de euros. Suma que pagaremos el resto de los españoles sufriendo más impuestos abusivos. Finalmente, a Sánchez le quedan aún dos capítulos pendientes. Ambos de obligado cumplimiento si quiere mantener el respaldo de aquellos. Lo que el autócrata llama «la financiación singular» -entiéndase soberanía fiscal o sea un cupo encubierto al estilo vasco- y el modo de realizar el referéndum separatista. Asuntos que constituyen un atentado contra el principio de igualdad y el ordenamiento jurídico vigente. Lo mismo que las andanzas del Fiscal General y del Tribunal Constitucional en plan siervos del sanchismo tal y como se ha visto de nuevo esta semana. Así pues frente a Sánchez solo cabe plantar cara. Ejerciendo una oposición frontal. Firme. Incansable. La que hace Vox. En representación de millones de españoles hartos. Gentes de toda edad. Origen. Clase. Condición. Mujeres y hombres patriotas que no están dispuestos a dejarse someter. Insultar. Anular. Como intenta a diario la infame maquinaria del sectarismo sanchista. Ni menos achantarse frente al rencor enfermizo que vomita la extrema izquierda comunista. Esa que Sánchez ha sentado en el Consejo de Ministros. Chusca. Altiva. Hipócrita. Carca. La que quiere tirar al Rey y cargarse la Constitución. Instalada en rancios discursos de odio. Burdos. Plúmbeos. Violentos. Por eso el PP debiera entender de una vez que no cabe negociar nada con Sánchez. Ni la renovación del Consejo General del Poder Judicial ni los estamentos directivos de RTVE ni los responsables del Banco de España. Oferta que el Gobierno le ha puesto tramposamente sobre la mesa. Tampoco en Bruselas donde hoy mantiene su alianza de años con los socialistas europeos. Y es que España precisa poner cuanto antes punto final al sanchismo. En las urnas. Para salvar el futuro de la democracia. La unidad nacional. El Estado de Derecho. La separación de poderes. La libertad de pensamiento, cátedra, prensa y expresión. La convivencia. Por eso no caben remilgos, complejos, titubeos o inútiles componendas.
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