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Los compromisos más difíciles de cumplir son los que adquirimos con nosotros mismos. La frase con la que me impactó esta misma semana mi amigo Rogelio, me condujo a la reflexión, a ahondar en ella y en sus derivadas infinitas para nuestras vidas. Da igual ... que el reto te lo plantees para dejar de fumar, andar los recomendables 10.000 pasos o cumplir con tus responsabilidades familiares, laborales, sociales o de cualquier otro tipo. La victoria sobre ese pulso se alcanza a base de voluntad, esfuerzo y, de acuerdo con mis principios aunque estén cada vez más en desuso según qué profesiones, convicciones morales como la verdad o la honradez.
Para ello tenemos que valorarnos a nosotros mismos. Saber que nuestra capacidad es infinita y que el logro de los objetivos marcados es posible. Con ellos, por añadidura, nos invadirá la felicidad que, según mi amigo «es un estado mental: te mentalizas que eres feliz, y lo eres. No importa lo que piensen los demás, no es una cuestión de riquezas... ni siquiera de salud. Si tú te crees feliz, lo eres. De ahí la importancia de ver la vida con optimismo. Tener ilusiones alcanzables y disfrutar luchando por alcanzarlas».
Una visión optimista, demasiado a mi modo de ver, con la que no termino de identificarme totalmente. De acuerdo con la importancia de ver la botella media llena en vez de medio vacía, pero las circunstancias de cada persona también pueden influir decisivamente en su devenir. Sin negar la trascendencia del estado de ánimo y la forma de afrontarlas hasta batallarlas y, por supuesto, vencerlas. Es la duda, a la que se refería Pietro Nenni en la entrevista con Oriana Falacci, «sin la presencia de la duda perdemos la exacta valoración de los hechos y de las cosas, la manía de la certeza es la antesala del fanatismo. Con la manía de la certeza se acaba por no escuchar las opiniones de los demás».
Eso sí, debemos lanzarnos con decisión. Con valentía, ahigadados, con espíritu demiúrgico, platónico, que nos ayudará a eliminar nervios y conseguir la calma. Dominados por la actividad y eludiendo caer en manos de la acedía. Tozudos e incansables. En ese camino aparecerán tristezas y alegrías. A nosotros corresponde -Rogelio dixit- minimizar las primeras y potenciar las segundas, sabiendo y previendo que «nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres», como afirma Quevedo en 'El Buscón'.
Por más sones contrarios que suenan en estos tiempos, me niego a tener una visión distópica de la sociedad. Los ciclos son una constante en la Historia de la Humanidad. Maravilla ¡otro día sin escribir de política! Así es la vida.
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