El Instituto de Empresa y Begoña Gómez deben estar tan saturados de vanidad que deben creernos tontos a los españoles. Sólo así se justifica la cláusula de la que presumen haber incluido en el contrato entrambos por el que ésta se comprometía «a no usar ... en beneficio propio los contactos generados por sus relaciones familiares, así como no colaborar con la Administración».
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No se comprende que un centro tan acreditado en el mundo académico como el IE fichara a una persona saltándose todas las normas tradicionales al efecto -ni Licenciatura, ni conocimiento de idiomas, ni experiencia en terreno internacional a excepción de Marruecos...- si no era por ser esposa del presidente del Gobierno. Resultaría más creíble si este centro exhibiera más contratos similares. Con el agravante no sólo de reunirse el Palacio de la Moncloa -como en el otro asunto de Barrabés- sino también de que en alguna ocasión fuera en presencia del mismísimo Pedro Sánchez. Es de suponer, es mi opinión, que podría hacerlo algunas otras veces.
Por más vueltas que le dio, sólo desde la sensación de superioridad -soy más listo que nadie- se incorpora una cláusula como la referida a modo de argumento para validar «por si nos pillan» un contrato injustificable salvo para favorecer a Begoña Gómez por ser quien era, la «presidenta del Gobierno» (Patxi López dixit). No me extraña que, ya puestos, el IE desbarrara todavía más y concretara el trabajo en el epígrafe tan estrambótico como «directora del IE Africa Center, un centro que impulsará la innovación, el liderazgo ejecutivo, el emprendimiento y el desarrollo de proyectos de acción social en el continente africano». En román paladino, por más cláusulas que lo intenten disimular, resulta difícil acreditar otro motivo para el fichaje que el aludido.
Tanto uno como otra me han recordado una frase que oí o leí, «la codicia nunca se ha andado con tonterías». El instituto para crecer y hacerlo con ventaja sobre la competencia y la otra, no la conozco, posiblemente por el ansia de ser considerada por sí sola, no por el mérito marital. A los dos les ha salido el tiro por la culata, además con la desventaja de afectar a su marido, citado a declarar como testigo el próximo día 30 si su poder e influencia no lo impiden. ¡Ojo! y como testigo no puede mentir, condición inédita para él, que se ha conducido siempre por aquél axioma de uno de los protagonistas en 'El destino de Júpiter' al afirmar «las mentiras son necesarias, son la fuente de la comprensión, de la fe y de la esperanza. Sinceramente las mentiras son el único motivo por el que me levanto de la cama». Así es la vida.
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