Me inquieta el silencio escandaloso del Gobierno sobre los dos españoles detenidos en Venezuela, de los que no tenemos noticias en torno a su paradero ni la suerte que han podido correr bajo el yugo de Nicolás Maduro y a los que se les pretendió ... colgar sin presentar una sola prueba la membresía nada más y nada menos que del CNI (Centro Nacional de Inteligencia) y de la CIA con calificación de terroristas.

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Desconocemos la situación de Andrés Martínez y José María Basoa, de quienes no se sabe nada de forma directa. Tan sólo el conocimiento de su detención por la denuncia presentada por su familia el día 8. Entonces fue cuando el dictador bolivariano declaró en televisión: «Se trata de dos personas vinculadas al CNI que en su tiempo libre van a poner bombas... Vienen a poner bombas y a matar gente aquí».

¿Qué ha hecho el Gobierno español? ¿Por qué el mutismo actual sobre la situación de los dos? ¿Para qué sirve la complicidad de Pedro Sánchez si resulta ineficaz cuando se requiere una correspondencia? ¿Dónde se encuentra el acólito Rodríguez Zapatero? ¿Acaso son ciertos los rumores sobre el altruismo interesado de sus conexiones con Maduro y su equipo? ¿Por qué y qué callan Sánchez y ZP?

Nada de nada. Sin noticias de gestiones a pesar de que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, propagó que ejercería «la protección diplomática y consular de estos dos compatriotas, injustamente retenidos en Venezuela, para que puedan regresar donde siempre tuvieron que estar, junto a sus familias».

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Me preocupa su situación en una nación cuyo régimen comunista no ofrece garantía alguna, mucho menos cuando, para justificar la detención, su ministro del Interior, Diosdado Cabello, acusó a España de «suministrar a través del CNI mercenarios para realizar actos terroristas en una operación dirigida por Estados Unidos y entre sus objetivos estaría asesinar a Maduro».

Alarman semejantes acusaciones de un personaje emético al que infinidad de medios de comunicación adjudican la dirección del narcotráfico. Tanto, que la Agencia Norteamericana Antidroga (DEA) ofrece una recompensa de 10 millones de dólares por información que permita su captura.

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Me solidarizo con el pueblo venezolano, cuya situación me recuerda la declaración de Willy Brandt a Oriana Falacci en Entrevistas para la Historia, «en la vida de un pueblo, el momento crucial es aquel en que el pueblo deja que el poder vaya a parar a manos de criminales». Ahora, ni siquiera se respeta su voluntad en las urnas. Así es la vida.

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