He escuchado más veces 'Feliz Navidad' que 'Felices Fiestas' a pesar de la promoción, subliminal o expresa, llevada a cabo por cierta parte de la izquierda. Por más que parece pesarle a algunos, la Navidad conmemora el nacimiento de Jesucristo, según la fe cristiana. Durante ... más de dos mil años, esta festividad ha sido central en la cultura occidental, impregnando nuestras costumbres y valores. No se trata solo de luces y regalos; en su esencia es un recordatorio del amor De Dios manifestado en la humildad de un pesebre.

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Decir «Feliz Navidad» no es únicamente una expresión de buenos deseos, sino una afirmación de esta herencia espiritual. Es una manera de reconocer la raíz de nuestras tradiciones y de compartir la alegría de un acontecimiento que transformó la historia de la Humanidad. Para quienes profesamos el catolicismo o simpatizan con él, esta frase tiene un significado profundo que no puede sustituirse con una fórmula genérica. Una tradición, por cierto, a la que se han enganchado una mayoría de no feligreses. Nadie desiste de las vacaciones ni de la paga extraordinaria con motivo de la Navidad.

Recordemos que estas fechas existen porque celebramos el nacimiento de Jesús. Las vacaciones, las reuniones familiares, los villancicos y hasta los mercadillos navideños tienen su raíz en esta conmemoración. Olvidar este origen sería como quitar el alma a una tradición que nos une y nos da sentido. Por ello, quienes decimos «Feliz Navidad» lo hacemos desde el cariño y el deseo de compartir esta alegría con todos, independientemente de sus creencias. Con más motivo este año, cuando miles de nuestros conciudadanos lo pasan mal por culpa de la Dana. No se trata de excluir, sino de ser auténticos y de mantener viva una herencia que nos ha sido legada por generaciones.

Convendremos que la característica general de nuestros deseos en estas dos semanas es el amor, la fraternidad. Son días que florecen en nosotros los sentimientos más nobles, cuando nos vemos más sensibles a los demás, cuando la familia emerge como protagonista principal, cuando desde todos los rincones del mundo millones de personas hacen las maletas para congregarse entorno al clan.

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Pedro Sánchez, con sus «Felices Fiestas» dirigidas a las tropas españolas está distorsionando la realidad, por otra parte habitual en su modo de actuar, y demostrando la aversión por lo cristiano, sólo superada por la que tiene hacia la Monarquía. Gran diferencia con el saludo dirigido con motivo de la conmemoración musulmana. Despido estas líneas con la misma reflexión de hace doce meses. «Os deseo la mayor felicidad. Compartámosla con quienes les falta. Como dice Dubiel, mi párroco, que nada ni nadie os quite la sonrisa». Así es la vida.

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