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La reacción de los separatistas, comunistas y demás socios de Sánchez contra el discurso de Navidad de Felipe VI confirma el acierto de las palabras del Rey sobre la defensa de la Constitución, de la igualdad, de la libertad y de la unidad de España. ... Deberíamos preocuparnos si todos estos 'frentistas' hubieran aplaudido la intervención real. Les duele, luego la Monarquía va por buen camino. Su Majestad no hizo otra cosa que, como se dice en el castellano popular «agarrar el toro por los cuernos» y afrontar el problema que preocupa a la mayoría de los españoles.
Desgraciadamente no me ha sorprendido el silencio de Pedro Sánchez quien, a juzgar por sus actos, aparenta estar más cerca de todos esos referidos que de la Monarquía consagrada, por si lo desconoce, en nuestra Carta Magna. Digo a juzgar por sus actos, porque así lo ha demostrado con decisiones, por poner dos ejemplos recientes, como dejar sin la compañía de al menos un miembro del Gobierno en los viajes de Felipe VI a la toma de posesión del presidente de Argentina, Javier Milei, y al funeral del emir de Kuwait, Nawaf al Ahmad al Sabah, dejándole en ambas ocasiones en una situación sin precedentes en la etapa democrática de la política española.
Dicho esto, el Rey aprovechó la ocasión para mostrarse como garantía de los derechos de todos los españoles. Como comentaba mi amigo Rogelio «el Rey dijo lo que quería decir». Yo añado «y lo que necesitábamos que dijera». Porque, efectivamente, los momentos actuales de España exigen una confirmación de la legalidad y mostró su dimensión institucional al igual que sucedió con el discurso del 3 de octubre de 2017, dos días después de la celebración del referéndum sobre la independencia en Cataluña, que dio con los huesos de sus promotores en la cárcel y a los que ahora «su sanchidad» (Herrera dixit) se dispone a rehabilitar para continuar en la Moncloa.
Felipe VI fue fiel al cumplimiento de sus responsabilidades al abogar por el cumplimiento de la Constitución «como garantía de unión y progreso» y «sin su respeto no hay democracia ni convivencia posibles, y tampoco ley, ni paz, ni libertad, sino imposición y arbitrariedad», frases contundentes y totalmente oportunas ante el escenario actual, las provocaciones desde algunos partidos y las tentaciones de quienes ostentan el poder.
Es evidente que el Monarca acertó al enhestar la bandera de la legalidad y así responder a los pulsos de quienes quieren subvertir el orden constitucional. Estuvo perfecto una vez más al mostrarse cual almuédano para advertir a los enemigos de sus postulados, los de la Carta Magna me refiero. Así es vida.
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