Deseo lo mejor para 2024

Evocación singular para mis padres recordando cómo, en el transcurso de muchos años, mi padre, esforzado y honrado trabajador, cuando llegaba la última hora del 31 de diciembre -en lugar de doce uvas prefería, mejor dicho hubiera preferido, comerse doce trozos de turrón- se detenía y decía «quiero acabar el año y empezar el nuevo sin trabajar, descansado». A pesar de ese anhelo, le tocó más de una vez acudir a la estación -como empleado de Renfe- para cumplir con su responsabilidad.

A lo que iba. Con la vista en el futuro, quiero ser feliz contemplando cómo ríen Lope, Nana y Tes, con esa inocente expresión, con la sonrisa con que nos otorgan al vernos, con la satisfacción de contar con una familia entrañable, extensiva hasta los cuarenta reunidos, para festejar el día de Navidad, disfrutar todos unidos de la tradicional Misa del Gallo, cada año más tempranera para facilidad de los feligreses, con la petición de que las cosas vayan mejor para todos, de que los Gobiernos acierten y aumente la sensibilidad social entre nosotros, obliterando de nuestros sentimientos aquello denunciado en 'La rebelión de los buenos' por Roberto Santiago «mucha gente huye de la desgracia ajena, como si el dolor fuera contagioso».

Una Navidad valenciana que nos ha obsequiado un clima primaveral e invitado a gozar de la belleza de nuestros parajes para quienes se han evadido del tráfico capitalino aunque, como expresé en un gallinero anterior, la ciudad ha vuelto a estar engalanada de los símbolos correspondientes a las fechas que conmemoramos. Aún así, un paseo bajo el sol invernal por la huerta, entre naranjos, ciruelos, limoneros y sembrados de hortalizas diversas compone un escenario de los más atractivos posibles.

Como final de estas líneas, mi deseo de ventura para todos durante este 2024 con el lema expresado por los antiguos y que Pascal Bruckner nos recuerda en 'Filosofía de la longevidad', «vive como si fueras a morir, y vive como si nunca fueras a morir». Así es la vida.