No termino de entender el empeño de Pedro Sánchez de que la ministra de Ciencia y Tecnología sea elegida secretaria general del PSPV y provocar así una batalla interna, en mi opinión innecesaria cuando puede contar con la lealtad de la organización socialista valenciana cualquiera ... que sea su líder, al menos mientras ostente la Presidencia del Gobierno, como han demostrado todos sus predecesores. Eso sí, conviene recordar que Diana Morant es el máximo cargo institucional del PSPV, la única ministra valenciana, y la preferida de Ferraz y Moncloa, con claras demostraciones de sanchismo. Quizá, en contra de mi convicción, no se fían de la lealtad de otros posibles aspirantes.

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Es más que probable el final feliz de su deseo para lo que ha encargado al actual secretario general y expresidente de la Generalitat, Ximo Puig, pero con ello no sólo ha abierto la batalla referida, sino que va a poner en un brete permanente a Diana Morant cada vez que las decisiones del Gobierno central perjudiquen los intereses valencianos, como ya hemos comprobado, en «viaje institucional» que la ministra se organizó a Valencia está misma semana y de cuyas declaraciones se desprende una desarmonía con el pacto de Sánchez con Puigdemont para obligar a las empresas catalanas a volver a Cataluña, que afecta a algunas radicadas en nuestra Comunidad como La Caixa y Banco Sabadell. «El Gobierno de España -puntualizó sin ninguna credibilidad- no va a obligar a ninguna empresa a salir de ningún territorio ni a irse a ningún otro, ni tampoco a multarlas o sancionarlas».

Aún más, El propósito de Sánchez romperá el decurso tradicional de los últimos Congresos del PSPV en los que se han presentado varios candidatos, un mecanismo respecto al que existen discrepancias de criterio sobre la bondad de estos enfrentamientos. Es habitual que las direcciones nacionales de todos los partidos prefieran una candidatura única con una lista de consenso. Para ello, los posibles contrincantes, Alejandro Soler y Carlos Fernández Bielsa, deberán salirse de esa parva. Yo, como expresé en mi Gallinero anterior, pienso que lo harán.

Lo cierto es que el anhelo de un poder irrestricto por parte del inquilino de la Moncloa ha provocado una sinuosa tarea para el hasta ahora secretario general, Ximo Puig, para conseguir que Diana Morant termine como aspirante única. Como leí o escuché en algún libro o película, «lo que hoy es un favor, mañana será una llave» y en esta ocasión, añado, será la del número 22 de la parisina avenida Marceau, sede de la Delegación Permanente de España, conocida como Embajada, en la Organización para la Cooperación y desarrollo Económico (OCDE). Así es la vida.

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