Tenemos que reconocer que la izquierda va dominando la batalla del vocabulario. Tanto, que los demás estamos asumiendo sus imposiciones. Demócratas y fascistas. Progresistas y conservadores. Ellos, ellas, elles. Ciudadanos y ciudadanas, etc. Como sucedió con ETA: impuesto revolucionario por extorsión, lucha armada por terrorismo, ... ejecución por asesinato… pero no se conforma con esto. El PSOE, Sumar, Compromís y demás se arrogan derechos que condenan en los demás como el insulto, el derecho a manifestación o el poder de exageración, de la hipérbole.

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Compromís ha demostrado esta misma semana su contradicción con hechos. Exhiben los defectos que imputan a los demás, a la derecha. Así lo ha demostrado con la visita a Valencia del ministro de Transportes, Óscar Puente, para anunciar que el próximo martes el Consejo de Ministros aprobará la licitación de las obras para la ampliación del Puerto y, con ello, se levantará su paralización que hasta ahora había conseguido Compromís. Ante el fracaso de su injusta posición, su dirigente, Papi Robles, tiró de hipérbole y se arrogó la representación de todos los valencianos acusando al PP y PSOE de «entregar a una multinacional toda la salud, todo el medio ambiente y todo el bienestar de los valencianos y valencianas».

Eso sí que es una exageración, apoderarse la representación de todos nosotros. ¿De dónde saca esa potestad precisamente en el año que los valencianos han dado una patada a Compromís en las municipales y autonómicas? En todo caso, ostenta la delegación del 23% de los habitantes de la capital o el 14% de los de la Comunitat, como mostraron los resultados del 28 de mayo. Aún así no se conforman y anuncian que «si el Consejo de Ministros y Pedro Sánchez consideran que puede traicionar a los valencianos y las valencianas, a Compromís nos encontrará en los tribunales con el apoyo de toda la ciudadanía». Todavía es peor su adhesión a los intereses catalanes de ERC, con cuya coalición presentó una fracasada proposición no de ley para paralizar las obras.

Tampoco tuvieron empacho en organizar una manifestación para exigir al PSOE que rechace la autorización de la terminal y para defender que «la infraestructura es una sentencia de muerte con consecuencias para la salud, medioambientales y legales». No solo contiene la hipérbole que imputan a la derecha, incluido el PSOE, sino que se valen del derecho constitucional a manifestarse que niegan a la derecha.

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Ha llegado la hora, sobre todo al PP, de desmontar los mantras de la izquierda para impedir la autocracia o los intentos de imponerla. Así es la vida.

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