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Carlos Mazón, como presidente de todos los valencianos, tiene la ocasión, si no la obligación, de encabezar la rebelión en modo reivindicativo ante el Gobierno central si se consuma lo previsto en el preacuerdo entre Pedro Sánchez y Esquerra Republicana para hacer presidente de Cataluña ... a Salvador Illa, cuya piedra angular expresa la nueva financiación para aquella autonomía. Según los separatistas, su Generalitat tendrá la «llave de la caja» tal como exigían, gestionará, recaudará, liquidará e inspeccionará el cien por cien de los impuestos que se paguen en aquella región a excepción de los locales y aportará lo que denominan «una cuota de solidaridad» al Estado. En román paladino, se les concede el «concierto vasco» previsto en la Constitución. Eso sí, en el caso catalán se eludirá el trámite constitucional.
Dicho esto, Mazón debe aprovechar la unanimidad existente entre todos los partidos valencianos y abanderar la reclamación de la igualdad con lo que se legisle respecto a Cataluña. Razón y argumento se lo da nuestra Constitución, el Estatuto de Autonomía, aprobado por las Cortes Generales, Congreso y Senado, y por Les Corts Valencianes, cuya segunda Disposición adicional determina textualmente: «Cualquier modificación de la legislación del Estado que, con carácter general y en el ámbito nacional, implique una ampliación de las competencias de las Comunidades Autónomas será de aplicación a la Comunitat Valenciana, considerándose ampliadas en esos mismos términos sus competencias. La Comunitat Valenciana velará por que el nivel de autogobierno establecido en el presente Estatuto sea actualizado en términos de igualdad con las demás Comunidades Autónomas. A este efecto, cualquier ampliación de las competencias de las Comunidades Autónomas (...) obligará, en su caso, a las instituciones de autogobierno legitimadas a promover las correspondientes iniciativas para dicha actualización».
Esta conocida en su día como «cláusula Camps» facilita y fundamenta la reivindicación valenciana, más allá de lo que puedan determinar el resto de Comunidades que se vean agraviadas por el pacto entre Sánchez y los independentistas.
Sé que el inquilino de la Moncloa ha demostrado que no hay límites para obtener sus deseos ni se le mueve un músculo para permanecer en la poltrona a pesar de los procedimientos judiciales que rodean a él, a su familia y algunos de sus huestes. Ahora intentará exhibir su poder para hacer su voluntad. Quizá sea ésta la ocasión para pararle los pies y obligarle a cumplir con su deber, el que le impone la Ley. Es la hora valenciana, como reza nuestro himno, «valencians, en peu alcem-se». Así es la vida.
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