Pedro Sánchez podría abandonar la Presidencia del Gobierno de España en noviembre para asumir la del Consejo de Ministros de la Unión Europea, según el análisis de probabilidades, más que posibilidades, y la rumorología en Madrid y Bruselas. Así al menos lo ha detectado mi ... amigo Rogelio, que lleva unos días de aquí para allá. Para hacerlo más creíble, me la explicó ayer con detalle. La Unión Europea tiene tres Presidencias -Comisión, Parlamento y Consejo- que se reparten entre los populares, socialistas y liberales. La primera la ostenta el grupo que ha ganado las elecciones europeas. Todas las encuestas coinciden en que será el PPE (Partido Popular Europeo) por lo que Ursula von der Leyen, de nacionalidad alemana, prorrogará su mandato al ser hoy su candidata.
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Respecto a la del Parlamento, según ha percibido Rogelio en la villa y corte españolas y en la capital del país que asila a Puigdemont, seguiría en manos de los populares, que defienden la prórroga de Roberta Metsola, porque a los liberales se les atribuye un importante batacazo en las elecciones de junio, lo que les deja fuera de este juego.
En estas circunstancias, quedaría para los socialistas la Presidencia del Consejo, compuesto por los primeros ministros. Hoy en Europa sólo están la danesa, el alemán y el español. Los dos primeros se descartan al pertenecer al grupo del norte que ya ocuparía la titularidad de la Comisión, al igual que lo estarían por falta de antigüedad los futuros y nuevos presidentes de Portugal y Bélgica si los socialistas ganan este año sus respectivas elecciones. Queda en solitario Pedro Sánchez aglutinando las tres condiciones: socialista, sur y veteranía.
Evidentemente, se trata de un rompecabezas, pero un rompecabezas habitual en la política europea a la hora de determinar las poltronas a acceder y en lo que suelen ponerse de acuerdo los grupos políticos por aquello de «hoy por ti, mañana por mí».
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Este escenario provoca indefectiblemente la pregunta ¿qué hará Pedro Sánchez? ¿Dejará la Moncloa para trasladarse a la correspondiente sede continental? ¿Se inclinará por liberarse y por «ahí os quedáis con la que os he montado»? A nadie sorprendería que, de decidirse, lo hará pensando en un futuro todavía más rutilante como las Secretarías Generales de la OTAN y de la ONU, para lo que la Presidencia europea aparece como un peldaño más favorable que la española. Los demás deberemos esperar a la decisión que se adopte en julio y a la designación definitiva de noviembre.
Como colofón, mi amigo ha oído en Madrid, no en Bruselas, que Sánchez, si opta por esa opción, se decidirá por una mujer como sucesora. Así es la vida.
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