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La reacción del Gobierno y adláteres contra la proposición de Ley de Concordia presentadas por PP y Vox en Les Corts certificaba el acierto de Carlos Mazón. Así lo expuse en el Gallinero anterior y en el que, debido a la limitación de espacio, sólo ... pude expresar mi apoyo al presidente de la Generalitat respecto a su defensa de la Comunitat Valenciana frente a los anhelos expansionistas de los independentistas expresado en su insistencia sobre los países catalanas. Hoy lo hago sobre la futura Ley de Concordia.
Mazón expuso detalladamente el propósito de la misma en sustitución de la actual Ley Valenciana de Memoria Democrática de 2017, aprobada por PSPV, Compromís y Podemos e inspirada en la Ley estatal de Pedro Sánchez que fue redactada en puntos sustanciales por los filoetarras de Bildu, de tal forma que los crímenes de la organización terrorista quedaban al margen del recuerdo para la Historia. Una laguna que redimirá el proyecto anunciado por el Molt Honorable que abarcará «desde 1931 hasta la actualidad», estableciendo el reconocimiento de «todas las víctimas de la violencia social, política, del terrorismo o la persecución ideológica y religiosa en la Comunitat Valenciana».
Se trata de honrar y proteger la historia de España desde 1931 hasta la actualidad con inclusión de la convulsa segunda República. La guerra civil, la dictadura y el terrorismo etarra y islámico. En la Ley se incluirán las víctimas de la segunda República y del terrorismo, que Pedro Sánchez, comunistas, independentistas y sucesores de ETA tratan de enjalbegar.
Dicho esto, veo posibles lagunas sobre lo explicado por Carlos Mazón y Vox al leer la noticia de Héctor Esteban y JC. Ferriol en LAS PROVINCIAS, 'El Consell mantiene la política de ayudas para la memoria democrática del botánico': «La puesta en valor de los lugares de la memoria, mediante la instalación de elementos testimoniales en reconocimiento de edificios, lugares y espacios vinculados a la memoria democrática por haber ocurrido en ellos algún tipo de actuación en el periodo comprendido entre el estallido de la guerra civil y el fin de la dictadura». No sé si ahí se incluyen también las checas republicanas, las cárceles del pueblo o los paredones.
La verdad es que lamento profundamente la resurrección de un problema superado para quienes vivimos la Transición, pero que Zapatero y Sánchez se empeñan en reavivar para darle la razón aquel personaje de la película 'Asesinos de élite', «una guerra no termina hasta que ambos bandos lo deciden». Evidentemente, hay uno que, a pesar de no haberla padecido, no quieren acabarla. Así es la vida.
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