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Los españoles tenemos que acostumbrarnos a las desgracias de una mala gestión. Este es el parecer del ministro de Transportes, Óscar Puente, tras el incendio de la cabina del tren Cáceres-Madrid. «Hay que acostumbrarse a las incidencias, esto es lo normal e inevitable» aunque ... éstas se deriven de una mala gestión como el mantenimiento de los trenes, de las lanchas de la Guardia Civil aunque por ello sean asesinados dos de sus miembros, o la ingente entrada de inmigrantes, o que los delincuentes sean exonerados si son catalanes e independentistas, o a que te engañen para entrar en un vagón diciéndote un destino falso, como me ha sucedido esta misma semana.
Lo cierto es que la llegada de Óscar Puente a la titularidad del Ministerio ya se ha hecho notar en el deterioro de la gestión en Renfe. Está tan superocupado en meterse en todos los charcos -en realidad debe ser la función encomendada por Pedro Sánchez como agradecimiento a los exabruptos expelidos contra el PP y Núñez Feijóo en la fallida sesión de investidura del líder popular- que no acomete sus responsabilidades como ministro.
Lo digo por propia experiencia. A causa de algún incidente en Las Rozas (Madrid), se provocó el correspondiente caos en los horarios. Efectivamente, nuestro tren apareció con una hora de retraso. Asimilada la demora, se anunció el correspondiente con destino a Cercedilla, al que nos apresuramos -íbamos de celebración siete compañeros periodistas- a acomodarnos confirmando en el luminoso del interior del vagón 'destination Cercedilla'. A los diez minutos de haber emprendido la marcha se nos anunció por la megafonía interna: «este tren hará su última parada en Villalba». Nos dejaba a mitad camino. Con un par. Rebeldía, protestas, algún taco fue la única posible contestación a aquella voz parapetada en el anonimato. Ni la atención al pasajero de Villalba ni nadie dio explicación o información sobre los convoyes anunciados para el día. «No tenemos ni idea de horarios ni de cuántos circularán» fue la respuesta. A partir de ahí ¡sálvese quien pueda fue la solución que cada uno tuvo que encontrar.
Las palabras, muy fútiles y groseras en muchas ocasiones, de Puente parecen mostrar la conducta de los miembros del Gobierno de Sánchez. Ninguno de ellos ha tenido la dignidad de afrontar la responsabilidad de su mala gestión y de su deficiente conducta. Desde él mismo, Sanchez me refiero, con su copiada tesis hasta los últimos sucesos de gravedad como el de Barbate.
Óscar Puente indica el camino «que se acostumbren a todo» mientras él sigue con su obsesión de vociferar hasta el ridículo contra la oposición a la apalea en plan legionario «con la razón o sin ella». Así es la vida.
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